12.DIC Jueves, 2024
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Columna Ricardo Vásquez Kunze

A raíz del fallo del Tribunal Constitucional que desecha el hábeas corpus de Nadine Heredia y allegados, hay varios mitos que han quedado expuestos sobre nuestro sistema de justicia. El mito más importante es que los peruanos buscamos justicia (¡porque somos un pueblo muy justo y noble!), pero no la encontramos en las instituciones jurisdiccionales. De ahí nuestra frustración, que hoy se hace patente en los linchamientos y las invocaciones de amplios sectores de la sociedad a emprender una reforma que ponga la justicia al servicio de la gente. Y así como se afirma que la “reforma electoral” “solucionará” los problemas de la política y sus partidos, también que la “reforma jurisdiccional” lo hará con la administración de justicia. ¡Pamplinas!

Es una enorme suerte para el gobierno que a la procuradora Julia Príncipe no se le haya ocurrido renunciar al cargo del cual el Ejecutivo quiere botarla presionándola para que se vaya. Si así hubiese ocurrido esta última semana, la suerte del gobierno estaría echada, pues la consecuencia política del alejamiento de Príncipe de la Procuraduría de Lavado de Activos ya no sería la censura en cierne del ministro de Justicia, sino la del titular del Consejo de Ministros y su gabinete, y, muy probablemente, la del mismo presidente Humala.

La cumbre de gobernadores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional que hoy culmina no ha podido ser más exitosa. Y no precisamente por lo que en este evento se haya podido producir, sino, más bien, porque les ha dado a los peruanos la oportunidad de salir por una semana de las miserias de la política peruana. Es decir, por siete días se eclipsaron las agendas de Nadine, los ‘narcoindultos’, Lava Jato, Emerson Fasabi, Belaunde Lossio, el golpe de Estado y todo el rosario de acusaciones con sentido o sin sentido que ya llevan meses en portada. Así pues, la propia dinámica de la cumbre BM-FMI acaparó los titulares y la cobertura periodística demostrándonos que el Perú puede vivir más allá de la judicialización de la política.

La huerfanita. Si las encuestadoras quisieran hacerle un favor a Keiko Fujimori, les preguntarían a sus encuestados si están de acuerdo o no con sus declaraciones a favor del informe de la Comisión de la Verdad, que fue lapidario con su padre. La respuesta seguramente sería ¿qué es eso? y, por lo tanto, la líder del fujimorismo saldría ganando. Lo cierto es que, si ya nadie se acuerda de quiénes fueron Abimael Guzmán y Vladimiro Montesinos, menos sabrán qué es la CVR, por cuyo informe se sacan los ojos en Facebook cuatro gatos de un lado y cuatro del otro. Si, por el contrario, las encuestadoras quisieran ser malas con Keiko les preguntarían a sus encuestados si están de acuerdo o no con sus declaraciones en contra del patrullaje de militares en las calles para combatir la inseguridad ciudadana o si están a favor o en contra de que ella se pronuncie a favor de la unión civil entre homosexuales. La respuesta seguramente sería que no y, por lo tanto, la señora Fujimori saldría perdiendo, pues el 80% del país quiere a los militares en las calles y otro 70% no quiere derechos para los homosexuales. Ya veremos si las encuestadoras quieren a Keiko en la orfandad.

Soy fanático de la verdad y, como soy individualista y el mundo solo tiene sentido a través de mis ojos, huelga decir que no hay otra verdad que cuente que no sea la mía. Así pues, ser fanático de la verdad es ser fanático de mi verdad. Y mi verdad es que todo lo que la contradice es falso y todo lo que la apoye es verdadero. De paso, esta es la única forma de no caer en el relativismo de la verdad, pues, como no pueden existir dos verdades diferentes sobre un mismo tema, resulta lógico que, si hablamos de verdad, solo exista una, y esa sea mi verdad. Como me dedico al periodismo y este tiene por fin supremo la búsqueda y difusión de la verdad, la conclusión es que el periodismo tiene por fin la búsqueda y difusión de la verdad que me pertenece.

A Donald Trump la suerte lo está favoreciendo en forma de una invasión de ilegales que ha puesto en vilo la seguridad y estabilidad de Europa. Trump, que saltó a la fama política despotricando contra los inmigrantes ilegales y proponiendo la construcción de un muro en la frontera con México, ha sido ridiculizado hasta el cansancio por sus ideas que para muchos intelectuales progresistas y rivales políticos son absurdas e impracticables.

Tal como van las cosas, existe un serio riesgo de que la situación política y, por tanto, la económica y social se descompongan, comprometiendo gravemente el proceso electoral que se avecina. Es evidente que el ambiente está más que enrarecido de cara al 2016. Ante tal perspectiva, los líderes políticos, tanto del oficialismo como de la oposición, deberían meditar si conviene al país seguir con una guerra de acusaciones e imputaciones que terminará liquidándolos a todos –justos y pecadores– con las consecuencias que ello conlleve para la gobernabilidad, la democracia y el Estado de derecho en el Perú. Y las consecuencias no serán nada buenas, cabe recalcar.

La trágica muerte del niño sirio Aylan Kurdi –inmortalizada por una polémica fotografía–, varado por el mar en una playa turca, pretende resumir un lugar común etiquetado como el “drama de los refugiados”. Cientos de miles de familias del Medio Oriente y del norte de África cruzan el Mediterráneo para llegar a las costas europeas. Esta semana en Hungría y en Viena hemos visto cómo las estaciones de trenes se han convertido en virtuales campos de refugiados de hombres, mujeres y niños que, según otro lugar común, escapan de la violencia y las guerras civiles que asolan a los países musulmanes vecinos de Europa.

A mí me parece que va llegando la hora de que el electorado y la prensa vayan interesándose un poco más sobre cómo van a gobernar el país –y qué van a hacer para ello– los candidatos que, según las encuestas, tienen las mayores probabilidades de llegar a la presidencia.

Leo en La República: “Identifican hasta cuatro grafías distintas en ‘agendas’ de Nadine Heredia”. Según el tabloide, esta es una información de “fuentes relacionadas con la investigación que tuvieron acceso a la evidencia”. Esas mismas fuentes afirman, según el diario, que “solamente un peritaje grafotécnico dilucidará qué manuscritos corresponden al puño de Nadine Heredia”. De otro lado, leo en Perú21 una extensa entrevista a la periodista Rosana Cueva, conductora del programa Panorama, quien propaló el domingo pasado la primicia sobre las “agendas de Nadine”. Cueva dice: “El tema es que ella (Heredia) se ha corrido del peritaje. En el momento en que le consulté si estaba dispuesta a hacerse la prueba grafotécnica, si ella me decía que se la hacía, al día siguiente se hubiera cerrado toda duda”.

“Tras la detección de los plagios cometidos por el cardenal Juan Luis Cipriani en diversas colaboraciones con El Comercio, el diario, después de dar a conocer su posición sobre lo explicado por el cardenal, procedió a retirar los dos artículos suyos que figuraban en su web. […] Los textos fueron retirados porque el diario no publica artículos en donde aparecen como de quien los firma textos que en realidad son de terceros. […] Está claro que el diario no publicará más artículos del cardenal”.

El escándalo Lava Jato debería poner como tema en la agenda de la prensa en el Perú el concepto de lo que se entiende por periodismo de investigación. Y esto porque el hecho de que varios informes sobre el tema lleven el rótulo de “unidad de investigación” de tal o cual medio le da a su contenido periodístico un sello de calidad que los consumidores raras veces discuten. Así pues, que la “unidad de investigación” de un medio firme un relato trae por consecuencia que sus lectores le den un alto valor a lo que allí se afirma o se sugiere. El caso más reciente de que ello no necesariamente ha sido así es el del diario La República, que afirmaba que Keiko Fujimori había duplicado su patrimonio sin explicación aparente, lo que resultó falso.

Juan José Garrido, el director de Perú21, conmemoró ayer en su columna el natalicio del Premio Nobel de Economía Milton Friedman. La cita que hace de una de sus célebres frases me ha dado el pretexto para escribir mi columna dominical.

Hoy son las elecciones para la presidencia del Congreso. Dos son las listas en pugna. La de oposición al gobierno liderada por Luis Iberico (APP-PPC) y la del gobierno, enmascarada bajo la candidatura de Vicente Zeballos (SN). El primero no lleva en su lista a ningún miembro de las dos bancadas que lo apoyan con más fuerza. Así pues, están ausentes en su propuesta Fuerza Popular y el Apra. De tal modo que no tiene ningún fundamento la especie según la cual la Mesa Directiva de Iberico es la del fujimorismo y el Apra. En la de Zeballos, por el contrario, está Perú Posible, fiel aliado del gobierno durante estos últimos cuatro años en el Ejecutivo y el Legislativo. El oficialismo ya adelantó que no votaría por la lista de Iberico. Huelga decir, entonces, cuál es la lista del gobierno.

Los tres hechos que marcaron la semana fueron los siguientes:

Es en la novela de Ira Levin que se presenta la truculenta historia según la cual el doctor Mengele –un médico siniestro– ha clonado de los restos de Hitler a un centenar de niños que ha esparcido por el mundo, pero que los une el hecho de haber llegado a sus destinos de adopción a través de la línea aérea Varig: todos venían del Brasil. El argumento narra la batalla que se libra entre un viejo judío cazanazis y el doctor Mengele. Es una lucha entre el bien y el mal. También un dilema moral por saber qué actitud tomar frente a la potencial malignidad que habita en el cuerpo del adolescente Bobby, varias veces multiplicado. ¿Será el pequeño Bobby el clon de Hitler al que hay que destruir o es una persona diferente, aunque copia fiel de su ADN?

Esta semana que termina, el presidente de la República ha pronunciado una de las peores declaraciones que jamás alguien que ocupa la primera magistratura de la nación haya hecho sobre un poder del Estado. Ha dicho el presidente que en el Congreso de la República se realizan “juicios populares” como los que hacía, en su tiempo, la organización terrorista Sendero Luminoso, y que consistían en asesinar a sangre fría a los inocentes que se interponían en su camino, de la manera más cruel posible. Esta “comparación” grotesca, insensata e inaceptable, la ha hecho en el contexto de que su esposa está siendo investigada por una comisión del Parlamento.

Emilio Odebrecht no ha podido cometer mayor error que el que ha reseñado esta semana la revista Época en los términos siguientes: “Odebrecht amenaza con derrumbar a la República”. “Tendrán que construir tres celdas más: para mí, Lula y Dilma”, dijo el patriarca de la compañía con relación a la prisión de su hijo Marcelo, presidente de Odebrecht. El viejo señor ha amenazado con la cárcel a dos presidentes del Brasil. De paso ha confesado que él merece una celda con la de su hijo, aunque acompañado por los presidentes mencionados.

Mientras que Patty del Río añora a los ídolos ochenteros de largo aliento en la iconografía popular y, por otro lado, un sector de “ilustrados” –si tal cosa existe por acá– despotrica contra los musculosos con cabeza de chorlito de “Combate” y “Esto es guerra” porque descerebran a la audiencia juvenil que los sigue en masa, el tema de los referentes aspiracionales en el Perú empieza a desbordar ya lo inimaginable.

Lo acontecido el viernes en el Congreso entre la bancada oficialista y la oposición es de una vergüenza inaudita y una irresponsabilidad indefendible por parte de quienes, se supone, representan la gobernabilidad en el país. Es increíble que en el horizonte de los parlamentarios estén primero los pequeños intereses partidarios de cuotas de poder por presidir e integrar la próxima Mesa Directiva que la urgencia económica y de seguridad que reclama una aplastante mayoría ciudadana.

La nueva defensa que se ha perfilado esta semana sobre las investigaciones e imputaciones a la primera dama es que obedecen al sexo de la misma. Es decir, el debate no sería tan intenso ni las reacciones tampoco si es que Nadine Heredia se llamara Alan García, Alejandro Toledo o Alberto Fujimori. Pongo estos tres ejemplos de varones adrede porque, como resulta obvio para cualquiera con un poco de memoria, los mencionados ex presidentes han sufrido todo un alud de críticas, señalamientos y groserías que no han cesado hasta hoy sobre la base de hechos ocurridos –o ficticios– antes, durante y después de sus respectivos mandatos.

La semana que concluye estuvo marcada por tres acontecimientos que, en una sucesión de hechos, han determinado insumos para el análisis político que, como no puede ser de otra manera, corresponden a hipótesis en la medida que interpretan esos hechos.

Es una paradoja encantadora que a una universidad que lleva el nombre de San Martín de Porres, el santo mulato que hizo el milagro de hacer comer en un mismo plato a perro, pericote y gato, se le acuse de racista según lo acontecido hace poco en un aula de Derecho. Más aún siendo el rector de esa casa de estudios José Antonio Chang, que, como el lector puede fácilmente adivinar, ni tiene los ojos redondos ni el cutis de Elizabeth Taylor.

Esta semana parece haber concluido la última crisis política del gobierno de Ollanta Humala. Digo la última en sentido cronológico y no porque tenga la esperanza de que no haya otra en los 14 meses que le faltan para concluir su mandato. Y esto por una simple observación empírica que da cuenta de la improvisación y falta absoluta de manejo político y liderazgo de quien dirige hoy los destinos del Perú.

A siete meses del inicio de la campaña electoral por la presidencia de la República, ya se han lanzado cuatro candidatos que –aparentemente— aspiran a ceñirse la banda de la jefatura de Estado, el 28 de julio del 2016. En lista están Julio Guzmán, de Todos Por el Perú; Humberto Lay, de Restauración Nacional; Ántero Flores-Aráoz, de Orden; y Pedro Pablo Kuc-zynski, de Peruanos Por el Kambio. Muchos se preguntan cuál es el sentido de un lanzamiento tan prematuro, en un país políticamente tan volátil donde por lo menos uno de los que pasa a segunda vuelta se define la semana previa al día de las elecciones.

Esta semana que termina ha vuelto a ponerse en la agenda política el tema del cierre del Congreso, que parecía superado desde que, en ese recinto, al presidente del Consejo de Ministros se le otorgara la confianza para investirlo en el cargo. Ha sido Fredy Otárola, ex presidente del Congreso y ex ministro de este gobierno, el encargado de lanzar la bengala del eventual licenciamiento del Parlamento de producirse la hipótesis según la cual el gabinete Cateriano hará cuestión de confianza del pedido de facultades legislativas extraordinarias, anunciado en su exposición sobre la política general de gobierno hace unos días. Preguntado al respecto, el jefe del Estado no ha dicho sí o no, aunque ha recalcado que tal delegación es fundamental para el gobierno para luego enviar a la prensa nuevamente a Otárola con un lacónico “yo no sé, pregúntenle a él”.

En su última entrega publicada en La República, “El poder de la blasfemia”, Mario Vargas Llosa da cuenta, con admiración, de la cruzada –si vale el término– de Ayaan Hirsi Ali –“una de las heroínas de nuestro tiempo”– contra el fanatismo islámico y sus organizaciones fundamentalistas.

Como a la gente parece no gustarle los titulares en inglés (cada vez que pongo uno para mi columna dejo de ser el más leído de todos los domingos y paso a convertirme en el segundo, según el ránking de Perú21), hago la traducción libre del de una vieja película que aquí fue estrenada como el Misterio Von Bülow, pero cuyo título original es Reversal of fortune.

Las fotos en blanco y negro tienen una alta demanda estética quizá porque retratan una vida que no existe más que en el arte que ha suprimido arbitrariamente el color y los matices de la realidad. Pero lo cierto es que, en las instantáneas que retratan la vida política, el blanco y negro son el peor referente posible, porque simbolizan una división del mundo en el que la infinita gama de los colores está ausente para dejar paso al claroscuro de los buenos y los malos.

El flamante presidente del Consejo de Ministros, Pedro Cateriano, ha dicho en sus primeras declaraciones al canal del Estado que “va a tener que cambiar su estilo”, refiriéndose al tono de confrontación en su interacción política con un sector de la oposición.

Las exposiciones universales son eventos históricos de alcances inimaginables. Ciudades enteras se construyen para el efecto y los países compiten entre sí por mostrarle al mundo su mejor cara en pabellones que muchas veces quedan perennizados para siempre. Sucedió con la Torre Eiffel, el más emblemático de los ejemplos, en la Exposición Universal de París de 1889, y así por el estilo hasta nuestros días, para que quede claro el impacto sideral de este evento. La última exposición universal se realizó en Shanghái hace cinco años y China tiró la casa por la ventana, escoltada por los cientos de países participantes que pugnaban por dejarse ver y oír. Este año, el cónclave planetario tendrá lugar en Milán, Italia, entre el 1 de mayo y el 31 de octubre. Como cada exposición universal tiene un tema, el de Milán será la comida: “Alimentar el planeta, energía para la vida”.

El guion de la impunidad es de sobra conocido. Un irresponsable con influencias, contactos personales o familiares y “unas copas de más” atropella a alguien y toma las de Villadiego. Esta vez le tocó la mala suerte a un joven de 26 años, Alejandro Ballón Siles, que, como no podía ser de otra manera, de acuerdo al abecedario de la impunidad, “apareció de la nada” para ser arrollado dos veces por Mateo Silva-Martinot, hijo de un ex ministro de Estado. El manual de la impunidad dice que ningún hecho objetivo puede contradecir la versión según la cual la culpa del “accidente” es siempre del atropellado. Por lo tanto, adiós video de las cámaras de seguridad y bienvenido el apagón mágico de los minutos fatales. Sí, “Dios es grande” —para escribirlo con guante blanco—. De tal modo que, si hay una decena de testigos que vieron al “de las copas de más” arrasar con todo a su paso, habrá otra decena que diga lo contrario. Palabra contra palabra, es lo “usual” en estos casos.

“El congresista Bruce está haciendo un papelón con todo eso, apareciendo como un maricón en medio de todo”, dijo el ex obispo Luis Bambarén refiriéndose a la cabeza visible de la propuesta de unión civil homosexual que fue rechazada esta semana en la Comisión de Justicia del Congreso. Como es obvio para cualquiera, la “mariconeada” que le espetó Bambarén a Bruce no se debió a la carencia de léxico de un señor mayor de 80 años cuyo referente decimonónico del homosexual es el peruanismo “maricón”, tal como intentaron hacer pasar algunos de sus defensores más compasivos. El hecho de que el monseñor haya situado a Bruce en medio de un “papelón” exime de cualquier comentario sobre la intención peyorativa de sus calificativos.

La presidente del Consejo de Ministros, en una entrevista para Político.pe, hizo votos “para que haya libertad para los opositores al régimen del señor Maduro [porque] no es una buena señal que todo aquel que levante una bandera de crítica hacia su gestión termine tras las rejas”. Aunque Ana Jara ha hecho la salvedad de que la apostilla a su invocación es en tanto congresista de la República y en este gobierno se suele estilar que una misma persona responda con diferente estatus de acuerdo a las circunstancias, lo cierto es que al menos ella no puede ocultar más su condena al Estado policiaco en que se ha convertido Venezuela.

Satisfechas casi todas las principales demandas de la oposición, recompuesto el gabinete, expectorado Urresti y reunidos en Palacio el presidente Humala, Alan García y Keiko Fujimori bajo el telón de fondo del espionaje chileno, el asunto pendiente para que la fiesta se lleve en paz con el gobierno de cara al proceso electoral del 2016 se llamaría Nadine Heredia.

Se anuncia una marcha contra la “televisión basura” para el 27 de febrero. Será una marcha de los gustos de una minoría contra los de una mayoría, porque, en efecto, si la marcha se diera a la inversa, el ráting daría cuenta de millones de peruanos marchando a favor de sus programas favoritos, que, para ellos, no son basura.

08/02/15 |

Dueño de nada

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Ha tenido que jugarse el presidente la última cuota de prestigio y credibilidad que le queda para que el angustioso diálogo convocado por la premier tenga alguna posibilidad de ser. Así pues, Ollanta Humala —y no Ana Jara— encabezará mañana lunes en Palacio de Gobierno este coloquio que pretende distender el enrarecido clima político que ha logrado que el gobierno transite su último tramo en la soledad más absoluta, azotado por un mar de acusaciones que pinta cada vez peor y cuyas consecuencias tiene aún pronóstico reservado.

Mario Vargas Llosa ha publicado hace poco un artículo dando cuenta del retorno de las ideas en la política francesa, a raíz de los atentados yihadistas al semanario Charlie Hebdo. En realidad, las ideas están de vuelta en el mundo, aunque en el Perú pocos se hayan enterado todavía por la periferia en la que nos encontramos y el hecho de haber vivido una época de enorme prosperidad que está a punto de llegar a su fin.

El hecho noticioso quedó convertido en anécdota y la anécdota en hecho noticioso. La anécdota, por supuesto, fue el intercambio verbal entre el ministro del Interior y nuestra querida colega Patricia del Río en la cabina radial de RPP este último viernes, porque los intercambios verbales de Urresti con periodistas y políticos ya no son noticia desde hace mucho tiempo. Sin embargo, aquella ha sido la que todo el mundo ha comentado este fin de semana porque los medios ya no saben distinguir entre qué es anécdota y qué noticia a la hora de difundir.

Se acaba de publicar una última encuesta firmada por DATUM en la que el ministro del Interior (¡a nadie le interesa ya la aprobación del presidente y su esposa!) sigue siendo, de lejos, la estrella política de la popularidad. Con 47% de aceptación, la prensa reseña que Urresti alcanzó su pico más alto en lo que va de su gestión luego de haber empezado el año liándose en twitter con el elenco de los políticos más relevantes de la oposición, así como con varios periodistas y pese a haber metido en la colada a esposas, ex esposas, parejas sentimentales y familiares de quien encontrara a su paso.

11/01/15 |

Ellos se juntan

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Mientras Francia sigue convulsionada por el desencadenamiento de una vorágine de violencia terrorista sin precedente —luego del ataque al semanario satírico Charlie Hebdo—, ya han comenzado a alzarse algunas voces que, aunque “condenan” la violencia, justifican sibilinamente el crimen con el argumento de que resulta inadmisible burlarse de la fe de los demás sin sufrir las consecuencias. Así, se señala que la tolerancia a las creencias ajenas debería pasar por una prohibición autoimpuesta de expresarse sobre cualquier manifestación religiosa que pueda “herir la susceptibilidad” de una comunidad determinada. A eso le llamarían “respeto” para vivir en paz.

Los hechos son los siguientes. El 29 de mayo de 2014 Martín Belaunde Lossio pasa a la clandestinidad luego de que el juez del Santa, Richard Concepción, decretara su prisión preventiva por 18 meses en el marco del caso ‘La Centralita’, por el que está preso el ex presidente regional de Áncash César Álvarez. Recién el 5 de setiembre de ese mismo año, el Juzgado Penal Nacional emite una orden de captura internacional contra el prófugo. El 9 de setiembre, la orden de captura es recibida por la sede de la Interpol en Lyon, Francia, para ser difundida mundialmente desde allí el 11 de setiembre. Belaunde Lossio solicita refugio en Bolivia el 15 de diciembre y, según las autoridades de ese país que toman como verdaderas las declaraciones del prófugo, este se encontraría en territorio boliviano desde el 1 de diciembre. Resulta insólito que alguien que tuvo las puertas abiertas para salir del país durante casi cuatro meses sin orden de captura internacional cruce la frontera cuando la orden estuvo vigente desde el 11 de setiembre. ¡Allá quienes le creen!

Saben qué, no los voy a aburrir con balances políticos de fin de año que pueden encontrar en cualquier parte y que, además, cada uno puede hacer mejor que nadie de acuerdo al cumplimiento o no de sus intereses. Tampoco con pronósticos para el próximo, pues no soy vidente. Mucho menos con expectativas que necesariamente tendrían que ser buenas si uno escribe una columna en vísperas de Año Nuevo. En realidad, esa es la razón por la que, aburrido de tantos balances, pronósticos y expectativas, escribo la historia que hoy les cuento.

Aunque la noticia de la semana en el mundo ha sido la sorpresiva reanudación de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba luego de más de 50 años de ruptura, no deja de ser menos relevante el hecho de que los comunistas hayan logrado censurar, por primera vez y con éxito en la Historia, la libertad de expresión en el corazón mismo del territorio americano.

Esta última semana hemos asistido a una de esas tantas divisiones radicales que de tiempo en tiempo polarizan el escenario político peruano. Como suele suceder, entonces, el fanatismo se apodera de la discusión, que termina convirtiéndose en la de buenos contra malos, dependiendo del bando que uno abrace. Esta vez los ‘buenos’ se han inscrito en el partido de la ex procuradora Yeni Vilcatoma –“valiente”, “corajuda”, “honesta”, “íntegra” son algunos de los calificativos que definen la “bondad” de sus intenciones– mientras que a los ‘malos’ no les ha quedado otra cosa que el de Daniel Figallo, los pobres. Y, aunque suene infantil y hasta estúpido, así es el Perú; qué le vamos a hacer.

Lo que no va a suceder de ninguna manera a estas alturas del caso Martín Belaunde Lossio es ver convertido al prófugo en colaborador eficaz. No después de que el evidente tinglado que cocinaba el gobierno para que ello ocurra se desplomara con la renuncia del procurador Salas, la revelación de conciliábulos “informativos” entre el ministro de Justicia y el fiscal del caso ‘La Centralita’, los dimes y diretes entre el entonces encargado del Ministerio Público Pablo Talavera y Daniel Figallo, y, finalmente, el pedido para que renuncie el ministro realizado por la procuradora anticorrupción Jeny Vilcatoma y la interpelación que afrontará aquel por este caso en el Congreso.

Se supone que la liberación femenina lo es de las reglas que impone el hombre y, yendo más lejos, del hombre mismo. Así, según esta visión de la mujer, hoy casi universalmente compartida en Occidente –por lo menos de la boca para afuera–, el sexo femenino no necesita del hombre para ser feliz y realizarse en los múltiples aspectos que propone la vida. Las feministas son el caso extremo, pero quienes, siendo mujeres, no son feministas no dejan duda sobre el hecho de que el hombre es cada vez menos relevante en el destino que cada una se labra. Y es en la política, porque tiene que ver con el poder, que esa liberación debería encontrar su simbolismo máximo.

23/11/14 |

Flores de cloaca

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Esta semana, en la desesperación de Palacio por diluir sus vínculos con la red del prófugo Belaunde Lossio dentro de un fárrago de acusaciones a diestra y siniestra sobre quién es más corrupto que el otro, el paquete de reducción impositiva anunciado por Ana Jara y Alonso Segura quedó perdido en el espacio. Así, la que debió haber sido la noticia política más importante de este gobierno en mucho tiempo fue acallada en el callejón del grito pelado propiciado por el mismo presidente de la República, que es al que más le hubiera convenido que esta noticia se convirtiera en tema de agenda nacional.

“Para los empresarios, el Perú podría ser un país desarrollado en 15 años”, reseña El Comercio sobre una encuesta de Ipsos realizada entre los ejecutivos asistentes a la última CADE 2014, que, bajo el lema “Hagamos del Perú un país del Primer Mundo”, culminó esta semana. No deja de ser interesante analizar el optimismo empresarial cuando se compara, en esa misma encuesta, la valoración que los hombres de negocios tienen sobre los ejes centrales de lo que en cualquier foro especializado serían los fundamentos del desarrollo.

Las buenas noticias vienen de Moscú y las trae Ollanta Humala. El presidente del Perú, en la primera visita oficial de un jefe del Estado al Kremlin, ha sostenido una reunión con Vladimir Putin en la que se habría tratado la posibilidad de que Rusia colabore con nuestro país en la construcción de centrales para la generación de energía nuclear. Tal hecho, de concretarse, valdría por todo lo poco que ha realizado Ollanta Humala en su presidencia.