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Opinión

“¿O alguien cree que licenciar al Parlamento un año antes de que acabe un gobierno va a contribuir con el clima de negocios necesario para que la economía crezca? ¿Y la paz y la estabilidad que se busca en materia de seguridad ciudadana?

Esta semana que termina ha vuelto a ponerse en la agenda política el tema del cierre del Congreso, que parecía superado desde que, en ese recinto, al presidente del Consejo de Ministros se le otorgara la confianza para investirlo en el cargo. Ha sido Fredy Otárola, ex presidente del Congreso y ex ministro de este gobierno, el encargado de lanzar la bengala del eventual licenciamiento del Parlamento de producirse la hipótesis según la cual el gabinete Cateriano hará cuestión de confianza del pedido de facultades legislativas extraordinarias, anunciado en su exposición sobre la política general de gobierno hace unos días. Preguntado al respecto, el jefe del Estado no ha dicho sí o no, aunque ha recalcado que tal delegación es fundamental para el gobierno para luego enviar a la prensa nuevamente a Otárola con un lacónico “yo no sé, pregúntenle a él”.

Sobre esta “posibilidad” constitucional de última hora se ha especulado mucho respecto a las intenciones del gobierno y sus consecuencias, las cuales se resumen como sigue:

1.- La explicación oficial es que la delegación de facultades es básica para sacar a la economía del marasmo y volver al crecimiento, así como para frenar la ola delictiva que todos los días va dejando hampones muertos por todas partes en una guerra de bandas mafiosas en la que el Estado ha quedado pintado.

2.- El cierre del Congreso tiene que ver con la pérdida de la mayoría del oficialismo en lo que es una tradición del golpismo en el Perú.

3.- El cierre del Congreso sería consecuencia de la eventual pérdida de la Mesa Directiva por el oficialismo (la tesis del director de Perú21) y, por lo tanto, del manejo de la agenda política del Parlamento.

4.- El cierre del Congreso estaría en conexión directa con las investigaciones que tocan cada vez más cerca al nacionalismo, en especial a Nadine Heredia, con los casos de aportes de fondos irregulares a la campaña electoral de Ollanta Humala en 2006 y 2011.

5.- El cierre del Congreso sería una medida populista para generar un consenso mayoritario a favor del gobierno con miras al proceso electoral del 2016.

6.- El cierre del Congreso es, más que todo, una bravuconada para meter miedo a los parlamentarios y sentarlos a negociar una agenda favorable al gobierno.

Sobre la explicación “oficial”, habría que decir que las consecuencias del cierre del Congreso serían contrarias a lo que supuestamente el gobierno estaría buscando. ¿O alguien cree que licenciar al Parlamento un año antes de que acabe un gobierno va a contribuir con el clima de negocios necesario para que la economía crezca? ¿Y a la paz y la estabilidad que se busca en materia de seguridad ciudadana? ¿Si a Castañeda cuatro gatos le hacen la vida imposible, se imaginan al Apra, al fujimorismo y a la izquierda en las calles contra Humala?

En cuanto a la explicación 2, la consecuencia de un golpe de Estado mondo y lirondo la podemos ver hoy en la Dinoes. No hay duda de cómo terminarían quienes tomen ese riesgo, por lo que es suficientemente improbable que lo hagan.

Referente a las explicaciones 3 y 4, tendrían sentido si no fuera porque no resuelven ningún problema, sino, más bien, lo dilatan, agravándolo. Nadine Heredia será investigada de todas formas en este o en el próximo Congreso, dure este un año o cinco. De eso, ningún “cierre” la salva, sea constitucional o inconstitucional.

Sobre la explicación 5, no existe ninguna seguridad de que el amplio respaldo popular que tendría el cierre del Congreso se traduzca en votos para un gobierno que ha hundido la economía y dejado hacer al crimen. La gente se demora varios años en volver a votar por algún incapaz.

Finalmente, la explicación 6 es, entonces, la más plausible. Las consecuencias de un tira y afloja con el Congreso, con la intimidación como carta del gobierno, solo puede producirle a este ganancia. Porque, aunque no le den nada, aumentará su popularidad, sin duda. Y podrá echarle la culpa de su fracaso al Congreso, que “no quiso darle las facultades”. No creo que el asunto dé para más porque aquí lo que menos “avisa” es el golpe.


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