La cumbre de gobernadores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional que hoy culmina no ha podido ser más exitosa. Y no precisamente por lo que en este evento se haya podido producir, sino, más bien, porque les ha dado a los peruanos la oportunidad de salir por una semana de las miserias de la política peruana. Es decir, por siete días se eclipsaron las agendas de Nadine, los ‘narcoindultos’, Lava Jato, Emerson Fasabi, Belaunde Lossio, el golpe de Estado y todo el rosario de acusaciones con sentido o sin sentido que ya llevan meses en portada. Así pues, la propia dinámica de la cumbre BM-FMI acaparó los titulares y la cobertura periodística demostrándonos que el Perú puede vivir más allá de la judicialización de la política.
Pero no solo los peruanos nos hemos beneficiado con esta bocanada de aire fresco. El gobierno y la oposición también ganaron. Ollanta Humala y Nadine Heredia han obtenido una tregua política que no lograron conseguir con ninguna iniciativa gubernamental. La cumbre ha sido, si cabe el término, su mejor “cortina de humo”. Para la pareja presidencial, debe de haber sido una sensación de paz inenarrable el que haya cesado el fuego ininterrumpido al que han estado sometidos durante meses. El presidente ha sido el anfitrión perfecto, lo que para alguien que es percibido por la opinión pública como una nulidad política ya es algo positivo en su alicaída imagen. Que, por otra parte, los mandamases del BM y el FMI hayan tenido palabras de elogio para la economía peruana contrasta con la condena interna a la gestión económica de su gobierno. Otro logro.
La oposición, por otra parte, también ha tomado aire. Lo necesitaba. Hacer el papel de acusete puede rendir frutos, pero limitarse solo a ese papel no es bueno para quienes están a menos de un año de ser gobierno. Acusar permanentemente desgasta tanto como ser acusado. Así, la cumbre ha permitido que la oposición descanse para pasar a otro tema. Lo que viene son las elecciones internas de los partidos para definir las candidaturas presidenciales. Necesariamente, entonces, el tono del debate político tendrá que decantarse por las propuestas. Ya era hora.
Finalmente, la cumbre ha servido para que la prensa se ocupe de otra cosa que no sean los mismos temas, matices más o menos, con los que viene aburriendo a la opinión pública desde hace meses. Suele ocurrir que la prensa se enamora de sus propias primicias y sigue dándole y dándole hasta saturar al público. Prueba de ello es que nadie ha extrañado los recurrentes temas políticos de la agenda periodística. Y a los que han incidido en lo mismo nadie les ha hecho caso. Lo que quiere decir que la gente está harta de escuchar, ver y leer lo mismo.
De tal modo que la cumbre BM-FMI no pudo caer en mejor momento. Justo cuando gobierno, prensa y oposición necesitaban oxígeno.
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