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Opinión

La presidente del Consejo de Ministros, en una entrevista para Político.pe, hizo votos “para que haya libertad para los opositores al régimen del señor Maduro [porque] no es una buena señal que todo aquel que levante una bandera de crítica hacia su gestión termine tras las rejas”. Aunque Ana Jara ha hecho la salvedad de que la apostilla a su invocación es en tanto congresista de la República y en este gobierno se suele estilar que una misma persona responda con diferente estatus de acuerdo a las circunstancias, lo cierto es que al menos ella no puede ocultar más su condena al Estado policiaco en que se ha convertido Venezuela.

Ya en su rol de premier, Jara ha considerado acertada la decisión del Ministerio de Relaciones Exteriores que propone la convocatoria de la Unasur para que una misión de cancilleres visite Venezuela ante la convulsionada situación política cuya última víctima más notoria ha sido el alcalde de Caracas, encarcelado por firmar un manifiesto público que el chavismo considera “conspiración”. Dice la presidente del Consejo de Ministros que ese es el estamento internacional adecuado para solucionar el problema. Se equivoca.

El 18 de abril del 2013 se reunió la Unasur en Lima a instancias de Ollanta Humala. El Perú ocupaba entonces la presidencia pro tempore de la organización. Allí se reconoció la cuestionada elección de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, acordándose la visita de una misión que “auditara” el proceso electoral. Como era obvio, ninguna misión de la Unasur iba a poner en tela de juicio una elección que ya se había reconocido por anticipado en Lima. En resumen, una farsa total. ¿Qué sentido tiene entonces que nuestra Cancillería pida nuevamente a la Unasur su intervención si la anterior solo terminó por validar el actual Estado policíaco en Venezuela?

O alguien tiene fe en que Cristina Fernández le exigirá a Maduro poner fin a los atropellos contra la oposición. O que Evo Morales y Rafael Correa lo conminarán a que libere a Leopoldo López y a Antonio Ledezma. O que Dilma Rousseff alzará la voz para se restituya en su escaño a Corina Machado.

La composición política de la Unasur sigue siendo la misma que legitimó a Maduro en abril de 2013. Por lo tanto, nada se puede esperar de una nueva intervención de ese organismo allí. De tal manera que el mensaje real de nuestro gobierno respecto a la crisis política venezolana sería, convocando a la Unasur como pretende la Cancillería, que al Perú no le interesa que se modifique el statu quo por el cual Nicolás Maduro pone tras las rejas a “todo aquel que levante una bandera de crítica hacia su gestión”.

Ciertamente “no es una buena señal”, como apunta con sinceridad Ana Jara, la congresista. Hagamos votos para que la premier también haya “tomado nota”, como se estila decir en la Cancillería.


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