Ha tenido que jugarse el presidente la última cuota de prestigio y credibilidad que le queda para que el angustioso diálogo convocado por la premier tenga alguna posibilidad de ser. Así pues, Ollanta Humala —y no Ana Jara— encabezará mañana lunes en Palacio de Gobierno este coloquio que pretende distender el enrarecido clima político que ha logrado que el gobierno transite su último tramo en la soledad más absoluta, azotado por un mar de acusaciones que pinta cada vez peor y cuyas consecuencias tiene aún pronóstico reservado.
Esto pone en evidencia lo siguiente. A estas alturas a nadie le interesa sentarse a dialogar con Ana Jara porque su peso político para convocar se ha esfumado. Era obvio que así fuese, pues ¿cómo pretendía Jara sentarse a dialogar con quienes en el Congreso hasta piden su censura? Para ella el tren del diálogo ya pasó. Triste final para una mujer que empezó con buen pie, pero que fue devorada por acontecimientos surgidos del propio gobierno cuyo gabinete ella preside. Lo peligroso del asunto es que el lunes quedará al desnudo cuánto poder de convocatoria tiene el mismísimo presidente; es decir, cuánto capital de liderazgo aún le queda a año y medio de terminar su mandato.
Exponer al presidente es un error fatal cuando no se puede asegurar el éxito. Y el éxito aquí es que concurran quienes pesan políticamente en el país que son, además, con los que el gobierno tiene una grave confrontación que está perdiendo. Ese es el objetivo político del diálogo convocado para mañana. Entonces, ¿qué sentido tiene sentarse a conversar con Mesías Guevara, Ántero Flores-Aráoz o Yehude Simon? ¿Cuál es el liderazgo nacional de Aureo Zegarra, José Vega, Sigifredo Velásquez y Óscar Valdés? ¿Qué problema tiene el gobierno con PPK, Raúl Castro, César Acuña, Humberto Lay, Andrés Reggiardo, Fernando Andrade y Castañeda Lossio? ¿Qué monos pinta ahí Felipe Castillo?
La gente no es estúpida. Sin Keiko Fujimori ni Alan García el diálogo de mañana es políticamente estéril, pues son ellos y no otros con los que el gobierno se granjeó una enemistad que le ha salido muy cara. Creer ingenuamente que ambos quedarán aislados porque no van a sentarse junto al presidente es no entender políticamente nada. El gobierno está de salida y con la calle en contra. Fujimori y García, con el viento a favor que siempre dan las candidaturas con altas posibilidades electorales. ¿O alguien cree que entre esos dos no hay por lo menos varios millones de votos? Esa es la razón por la que liderar la oposición es tan importante teniendo enfrente a un gobierno desgastado.
Así, el asunto no es con cuántos se sentará a la mesa de diálogo Ollanta Humala sino cuánto pesan políticamente en el país. Si mañana solo acude la comparsa política –¡ni siquiera Toledo se aparecerá por allí!–, la imagen para la foto será esa: Ollanta Humala liderando nada. Entonces el diálogo solo habrá servido para agravar la situación del régimen y potenciar las posibilidades de Fujimori y García.
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