Los tres hechos que marcaron la semana fueron los siguientes:
1.- ¡Que pase el amante!
No es por nada el subtitular. El hecho de que la segunda presentación de Nadine Heredia ante la comisión Belaunde Lossio –en calidad de investigada– se pueda resumir en una paráfrasis de Laura Bozzo grafica fehacientemente lo que allí ocurrió: espectáculo. Algunos discuten la legitimidad de este, otros la idoneidad moral del recurso dramático, pocos la efectividad, pero siempre desde la antipatía o simpatía que puedan generar las dos damas involucradas.
Lo que tengo que decir al respecto es que la política siempre ha sido, es y será un espectáculo. La calidad varía, pero el debate sobre su “legitimidad” o “moralidad” es un sinsentido en el análisis político. Lo que importa son los resultados para saber si el espectáculo funcionó o no. ¿Alguien discute hoy sobre el tema de fondo que investiga la comisión Belaunde Lossio? No.
Por el contrario, ¿alguien discute hoy sobre si la primera dama tuvo o no tuvo un amante? ¿Sobre si la pregunta que generó esa situación era o no era pertinente? ¿Si estuvo bien o mal hecha al señor Arosemena? ¿Si había intención de dañar a través del chisme o si fue una ingenuidad a la cual posteriormente la investigada le sacó provecho? Bueno, ese ha sido el debate de “fondo” de toda la semana. En este sentido, el espectáculo ha dado grandes resultados para quien lo produjo, dirigió y actuó. Así pues, si los éxitos políticos siempre se miden por quiénes tienen la iniciativa y los fracasos por quiénes la pierden, me parece bastante prudente decir que, hasta antes del “amante”, la señora Heredia estaba a la defensiva y la comisión MBL mantenía la iniciativa. Luego del “affaire”, las cosas han cambiado y la investigada pasó a tener la iniciativa y la comisión se puso a la defensiva. El tiempo dirá hasta cuándo.
2.- Otorongo sí come otorongo, ¡cuándo le conviene!
Resulta evidente el vacío de poder que ha generado la descomposición de la bancada del gobierno en el Congreso. Si no, sería imposible ver cómo han proliferado las listas para presidirlo –¡ya van cuatro!– y la campaña despiadada entre los favoritos. Así pues, la regla de que otorongo no come otorongo, convertida en dicho popular, queda hecha trizas cuando el premio gordo es el poder entre manos. Luis Iberico empezó poniéndose a la cabeza de la indignación pública por los melindres de Ana María Solórzano de desaforar al congresista Yovera y entregarlo a la justicia. El voto de Yovera se suponía indispensable para que el oficialismo tuviera una pequeña chance de presidir por última vez el Congreso. Pero el asunto es que Iberico se rasgaba las vestiduras por su propia candidatura, que en ese momento se cocinaba prometedora. Hoy le ha tocado a él hacer el papel de villano. Su colega y amigo Víctor Andrés García Belaunde lo acusa de haberle enviado un mensaje del capo mafioso Orellana Rengifo. García Belaunde también aspira –por enésima vez– a liderar el Parlamento. Sería bueno preguntarles a ambos cómo sabe la carne de otorongo. ¡Amarga, supongo yo!
3.- Súper ‘Chapo’ y presidente a la vista.
Se escapó de la cárcel por un túnel el siniestro narcotraficante mexicano el ‘Chapo’ Guzmán. Todo un escándalo mundial con México por los suelos. Sin embargo, ahora resulta que el ‘Chapo’ va camino a convertirse en un superhéroe de la latinidad. Ovacionado por miles de personas, el rapero Pitbull, mientras recibía el Premio Juventud como artista urbano favorito, rapea: “Por toda la cultura de allá afuera: Marco Rubio, ponte las pilas; Jeb Bush, ponte las pilas; Hillary Clinton, ponte las pilas, que Donald Trump no puede ser presidente. Y Trump: ¡ten cuidado con el ‘Chapo’, papo!”
¿Le damos las gracias a Pitbull por darle la razón a Trump en sus prejuicios racistas?
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