A Donald Trump la suerte lo está favoreciendo en forma de una invasión de ilegales que ha puesto en vilo la seguridad y estabilidad de Europa. Trump, que saltó a la fama política despotricando contra los inmigrantes ilegales y proponiendo la construcción de un muro en la frontera con México, ha sido ridiculizado hasta el cansancio por sus ideas que para muchos intelectuales progresistas y rivales políticos son absurdas e impracticables.
Pese a todo, el billonario escaló hasta la cima de la popularidad y encabeza, de lejos, las preferencias electorales en las primarias del Partido Republicano y es el favorito para ganarle a cualquier demócrata la presidencia de Estados Unidos. Ya en esa situación de privilegio electoral, hoy su candidatura se ha visto reforzada por hechos que empiezan a darle la razón y a dejar en el aire a los que lo ridiculizaban.
El martes, Hungría fue el primer país europeo en cerrar sus fronteras a decenas de miles de inmigrantes del Medio Oriente que desde hacía semanas las cruzaban ilegalmente para, luego, pasar a otros Estados de la Unión Europea. Este viernes, los países balcánicos y de Europa central han seguido el ejemplo húngaro y han bloqueado con todo rigor el acceso a sus fronteras.
Lo que podemos ver por televisión es que se están levantando sendos muros –como los que propone Trump en la frontera con México— de alambres de púas y toda suerte de parapetos para evitar que los ilegales se cuelen y se instalen en la Unión Europea.
Así las cosas, hasta la más benévola y contemplativa Alemania –que hace apenas un par de semanas lideraba la política de brazos abiertos para con los refugiados que escapaban de la violencia en sus países de origen– ha tenido que retroceder ante una situación que amenaza con volverse inmanejable. “No podemos acoger a todos los refugiados” ha dicho el ministro del Interior alemán. Aún más: “Europa necesita fronteras exteriores fuertes. Los refugiados que, por ejemplo, quieran llegar ilegalmente a la UE por el mar Mediterráneo, deberían ser llevados a un lugar seguro en África”. Más claro, ni el agua.
De tal modo que a Trump las cosas no le pueden estar saliendo mejor. Decenas, sino centenas de miles de ilegales arrasando con las fronteras en Europa es una imagen real que no va a escapar de la retina de los electores norteamericanos. Tampoco el hecho de que aunque a los intelectuales y progresistas no les guste, los muros empiezan a convertirse en realidad, como lo está demostrando hoy Europa. Al haber sido el primero en proponerlo contra la opinión de todo el stablishment político de su país, Trump solo puede capitalizar el hecho. Así, va camino a convertirse en profeta en su propia tierra.
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