Lo que no va a suceder de ninguna manera a estas alturas del caso Martín Belaunde Lossio es ver convertido al prófugo en colaborador eficaz. No después de que el evidente tinglado que cocinaba el gobierno para que ello ocurra se desplomara con la renuncia del procurador Salas, la revelación de conciliábulos “informativos” entre el ministro de Justicia y el fiscal del caso ‘La Centralita’, los dimes y diretes entre el entonces encargado del Ministerio Público Pablo Talavera y Daniel Figallo, y, finalmente, el pedido para que renuncie el ministro realizado por la procuradora anticorrupción Jeny Vilcatoma y la interpelación que afrontará aquel por este caso en el Congreso.
¿Que no entiende usted nada? ¿Que hay mucha información, nombres, cargos y trama enrevesada? No importa, no se preocupe. El punto es que, precisamente por esta catarata de escándalos, Martín Belaunde Lossio tendrá que buscar la impunidad por otra vía mientras que el gobierno de Ollanta Humala y Nadine Heredia queda expuesto, más que a una simple sospecha, a la certeza bastante razonable de que aquí no se hace tanto por nada.
Así las cosas, podemos asegurar sin mucho trámite que políticamente los casos Ecoteva y ‘narcoindultos’, que involucran a dos pares de Ollanta Humala, han pasado a mejor vida. No solo funciona aquí el conocido principio por el cual el nuevo escándalo destrona al viejo, sino que cualquier soplido del gobierno y amigos para que no se apaguen es un cartel luminoso para que se extinga el suyo. Y, en el orden de prioridades de la impunidad, la de los viejos escándalos es tolerable, pero la de los inmediatos no. Así funciona la política y la percepción de la opinión pública.
Por ello, la indignación de Nadine Heredia y Ollanta Humala esta última semana con respecto a la prescripción favorable a varios implicados del caso ‘petroaudios’ no solo no funciona tratándose de quien viene, sino que es contraproducente para cualquier ideal de justicia que los propios ‘indignados’ buscan escamotear cuando los protagonizan ellos. Este es solo un ejemplo de lo que sucederá cuando, previsiblemente y para zafar cuerpo, el presidente y su esposa vuelvan a indignarse en campaña por las corruptelas de otros gobiernos. El asunto funcionaba mientras ellos no tenían rabo de paja, pero hoy la cola ha crecido visiblemente.
Lo que esto significa es que, haciendo cuentas, en el partidor del 2016, los ‘clásicos’ no saldrán en igualdad de condiciones con sus respectivos sambenitos colgados en la espalda, como podría pensarse, sino que menos chance tiene de llegar a la meta el del ‘muerto’ más fresco, porque es el que más pesa. En ese orden están Nadine Heredia (quien fungirá de locomotora electoral candidateando al Congreso), Alejandro Toledo, Alan García y Keiko Fujimori, mientras que a PPK lo que le pesan son los años, que es peor que llevar un muerto a cuestas.
Entonces, me va quedando claro que el próximo presidente del Perú no será impoluto ni bisabuelo, que ningún ex presidente ni primera dama le harán compañía al ‘Chino’, porque, a diferencia de este, unos tienen ‘toma’ y otros ‘daca’, que en el Perú siempre han sido, son y serán la mejor carta para volver a ser gobierno o liderar la oposición. Y, en cuanto a Martín Belaunde, ya habrá algún indignado de turno cuando prescriba su caso.
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