Los recientes acontecimientos ocurridos con relación a la ley de empleo juvenil y el conflicto en Pichanaki desnudan a un gobierno absolutamente reactivo, que solo actúa cuando los acontecimientos ya lo rebasaron. La actuación cuando la situación ya llegó a extremos es muy parecida a la del bombero enfrentando un incendio: tiene que usar elementos en esencia destructivos, como el agua o el hacha, para evitar la propagación del fuego. Resulta evidente, por ejemplo, que, en los casos mencionados, podemos encontrar la semilla de dos actos destructivos del gobierno: la paralización de la inversión y el aumento del salario mínimo. El accionar reactivo conspira contra los propios objetivos del gobierno, que dice querer reactivar la economía reanimando la confianza de empresarios y consumidores; peor aún, agobiado en la tarea de apagar incendios, abandona el timón y deja al país a la deriva sin reparar en que es precisamente tal manera de “gobernar” la que generará el siguiente incendio.
La promulgación y posterior derogatoria de la Ley de Empleo Juvenil tendrá sin duda repercusiones negativas sobre el diseño y aplicación futura de políticas públicas. En particular la modernización de la irracional política laboral peruana se convertirá en una tarea difícil que deberá enfrentar el creciente aprovechamiento demagógico a cargo de nuestra izquierda conservadora.
Mucho antes de finalizar la década de crecimiento que terminó en el 2013, la economía daba ya señales evidentes de desaceleración. Todo el impulso que produjo aquel crecimiento se disipaba ante la complacencia del gobierno. Mientras que esos dos poderosos motores de la economía peruana, el dinamismo de la inversión privada y el crecimiento de las exportaciones, perdían fuerza día a día, se nos predicaban augurios absurdos de crecimiento del orden del 6%. Mes tras mes el gobierno tuvo que corregirse hasta anunciar hace poco su último pronóstico: “El Perú crecerá 3% en el 2014”. Se equivocó nuevamente; es seguro que deberá darse por enterado de que crecimos solo 2.5%, o algo menos.
Economista
La aprobación de la ley que crea un régimen flexible para jóvenes de 18 a 24 años ha desnudado todos los males que plagan al Ejecutivo, a la oposición, y también a nuestra coja democracia.
Economista
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Director del IPE
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Roberto Abusada,Uso de la palabra Economista
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