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Opinión

Hay dos eventos que, bien aprovechados por el gobierno, producirían un gran rebote de crecimiento en el 2015 y 2016.

Roberto Abusada,Uso de la palabra
Economista

Nadie duda de que este año el crecimiento de la economía tendrá su peor performance desde que en el 2009 se expandió en solo 1%, producto de la gran recesión mundial.

Este año son varios los factores coincidentes que determinarán el magro crecimiento:

1. Un colapso en la tasa de crecimiento de la inversión privada, la que por 10 años fue el motor que impulsó el crecimiento.

2. Caída de los precios de los minerales con un efecto amplificado por inyecciones de pesimismo a cargo del gobierno, con sus inútiles proclamas oficiales de “vacas flacas” y “viento en contra”.

3. Interrelacionado con lo anterior, las expectativas empresariales y las del consumidor se deterioraron.

4. Caída de las exportaciones primarias, producto de problemas de producción y explotación de bajas leyes en Antamina, demoras en Toromocho para entrar en plena producción, atrasos en el proyecto Las Bambas, y caída en la producción de oro por la parálisis de nuevos proyectos.

5. Caída en las ventas de bienes durables, ligadas al pesimismo y la caída de ingresos (menos utilidades, corte de costos y peligros de despidos).

6. Caída en las ventas de las empresas del sector retail debido a la ausencia de un invierno normal.

7. Finalmente, colapso de la inversión pública en el primer semestre como resultado de los destapes de corrupción masiva en varias regiones.

A pesar de todos estos factores, el Perú crecerá este año algo más de 3% y, en medio de todas esta malas noticias, hay dos eventos que, bien aprovechados por el gobierno, podrían producir un gran rebote de crecimiento en el 2015 y 2016.

Un primer factor favorable es la promulgación de medidas destinadas a destrabar la inversión.

El otro factor positivo es la reciente e inusual elevación de la calificación crediticia de la deuda peruana en dos peldaños al llevarla de un solo golpe a la categoría A3. Esto es importante porque una elevación de dos peldaños no es común y atraerá la atención de inversionistas de todo el mundo y abaratará las tasas de interés para el financiamiento público y privado.

Al fundamentar la fuerte elevación de la calidad de nuestro crédito, la calificadora Moody’s ha visto en el Perú un país con gran solidez fiscal—mantenida a pesar de la severa caída de las utilidades de las empresas mineras—y su expectativa de generar un superávit este año, además de finanzas sólidas en los siguientes. Ha notado que su deuda seguirá cayendo como proporción del PBI y que los ahorros con que cuenta el Tesoro llevan su deuda neta a un insignificante 4%. Más importante, Moody’s reconoce la importancia de las recientes medidas para deshacer la maraña de trámites que han paralizado la inversión, y el esfuerzo desplegado para poner en marcha reformas en educación y salud, además de la importantísima reforma del servicio civil.

A mi juicio, el gobierno hoy podría quebrar el pesimismo, y mejorar las expectativas de consumidores e inversionistas. Mi sugerencia: aprovechar el momento y anunciar un nuevo conjunto de medidas para mejorar nuestra competitividad, que incluyan terminar con el tabú de no cambiar la política laboral.


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