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Opinión

El tema ya provocó la caída de un gabinete y parece no querer dejar en paz al reemplazante jefe del nuevo equipo ministerial.

Roberto Abusada,Uso de la palabra
Economista

El revuelo político alrededor del salario mínimo parece revelar que el tema tiene algo de embrujo. Ya provocó la caída de un gabinete y parece no querer dejar en paz al reemplazante jefe del nuevo equipo ministerial. Aunque el presidente haya querido zanjar el asunto a riesgo de generar nuevos problemas, el salario mínimo sigue jugando con políticos, analistas, periodistas y quiere envolvernos a todos a tal punto que me encuentro a mí mismo escribiendo sobre el tema. Parafraseando a Eurípides, se podría decir que el salario mínimo enloquece a los que quieren perder.

El debate revive los tema de la informalidad, el desempleo, la productividad, los “sobrecostos laborales”, la inflexibilidad del mercado de trabajo y demás temas que se tocan al hablar del mundo laboral peruano del que, en realidad, sabemos poco. Mágicamente, de pronto, el salario mínimo aparece ganando una importancia fundamental. Si se eleva el salario mínimo, seguro que se añadirá un obstáculo más a la creación de empleo. Si se eliminara, quizás se cree más trabajo, pero los impedimentos a la mejora de los ingresos en el Perú no cambiarán sustancialmente la situación. ¿Qué puede importar que el Gobierno decrete o no un aumento de algo que casi no existe?

Los expertos en cuestión laboral dicen que un 5 a 10 por ciento de la población trabajadora recibe un salario mínimo. Particularmente, no lo creo. Pensando en quién me podría ayudar en este tema decidí llamar a Richard Webb, para mi gusto, el economista más ecléctico minucioso e incrédulo que conozco. Me contestó no tener una idea al respecto y que en todo caso no creía que se trataba de un dato relevante en el Perú. Pero ante mi insistencia me contesto que si lo obligaba a adivinar un número, él pensaría en algo como 1%.

El grueso del empleo en el Perú se encuentra en empresas pequeñas, la mayor parte informales y entre los independientes y mucha gente, además, tiene más de un trabajo.

La inversión y el crecimiento son los motores del empleo y los mayores ingresos y si alguien no puede pagar lo que el Estado decrete, simplemente no lo pagará.

Si estamos realmente preocupados por el empleo y el crecimiento, debemos concentrarnos en fortalecer las instituciones, la seguridad y el imperio de la ley e impedir que el Estado agobie con sus reglamentos, y trámites kafkianos a todo aquel que quiera crear riqueza.


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