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Opinión

“Los empujoncitos de demanda con aguinaldos, que suman menos de mil millones de soles, no harán la diferencia en una economía de 578 mil millones”.

Director del IPE

El Ministerio de Economía (MEF) lanzó la semana pasada su cuarto “paquete reactivador” en medio del temor de un enfriamiento más profundo de la economía. El esfuerzo del MEF es encomiable. Todo el ejercicio, sin embargo, peca de falta de audacia. Pareciera que se quiere dar un empujoncito al carro de la economía con la esperanza de que un motor dañado de pronto encienda.
El MEF solo no podrá frenar la espiral de desaceleración. Se necesitan actos de liderazgo por parte de todo el gobierno que transmitan a toda la burocracia el sentido de urgencia que la situación demanda. Se necesita comprender que, si la confianza no da un dramático vuelco, el Perú entrará en una senda de crecimiento mediocre que se puede extender por años.

No es aconsejable recurrir a la homeopatía cuando ya existe un diagnóstico quirúrgico.

En un país como el Perú, con sólidos fundamentos macroeconómicos —cero déficit, baja deuda y abundantes reservas internacionales—, la falta de audacia es doblemente reprobable.

Lo que la situación actual demanda del gobierno son acciones potentes que envíen un mensaje inequívoco a todo el aparato del Estado y su burocracia, conminándolos a alinearse con el objetivo de crecimiento. Al mismo tiempo, el empujón a la demanda debe ser proporcional al problema que se desea enfrentar: crecimiento anual en 2.5%, producción e inventarios de las empresas disminuyendo, consumo desacelerándose, inversión pública y privada con crecimiento cero, exportaciones cayendo 4% y desconfianza empresarial en declive.

Para reencender el entusiasmo empresarial se requiere, por ejemplo, que la complacencia del gobierno con los caciques regionales en actitud de ilegal rebeldía o en actuación de saqueo sea reemplazada por actos de liderazgo y gestos creíbles. Si la suspensión del proyecto Conga melló de manera fatal al sector minero, un gesto importante sería, por ejemplo, mudar al ministro del Ambiente a Cajamarca con un equipo suficientemente solvente que divulgue entre la población información veraz sobre la propuesta, al tiempo que enfrente a la pandilla antiminera. Instrucciones claras: “No regrese usted a la capital (así tenga que perderse el show de la COP20) hasta sacar adelante el proyecto”.

Los empujoncitos de demanda con aguinaldos y demás, que suman menos de mil millones de soles, no van a hacer la diferencia en una economía cuyo tamaño es 578 mil millones. Audacia, por ejemplo, es ordenar a PetroPerú que deje de engordar con toda la caída del precio internacional del petróleo y baje el precio de la gasolina en 25%. Actuar con decisión es bajar el impuesto a las personas subiendo el ingreso mínimo requerido sobre el cual se empieza a tributar y, al mismo tiempo, rebajar el IGV a 16% por un plazo fijo. Audacia es enviar al Congreso una iniciativa para terminar con la estabilidad laboral absoluta y las absurdas condiciones de contratación y despido.

Nada menor a este tipo de medidas y muestras de liderazgo podrá devolver la confianza y reencender el crecimiento.


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