19.MAY Domingo, 2024
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Opinión

El ministro Villanueva habrá notado lo difícil que es convocar al gabinete a personas honestas, con dotes de liderazgo y destrezas gerenciales.

Roberto Abusada,Uso de la palabra
Economista

La designación del premier Villanueva ha traído, sin duda, alivio a un gobierno atribulado por escándalos, creciente inseguridad ciudadana y desaceleración del crecimiento. Al momento de su designación, el solitario relevo del ministro del Interior generó cierta decepción. Ahora, en cambio, su reciente anuncio de renovar el gabinete—incluyendo quizás al ministro de Economía—y compromisos de acelerar la inversión, generar confianza empresarial y producir rápidos resultados en la lucha contra la delincuencia, crean justificada expectativa.

El ministro Villanueva a estas alturas debe haberse percatado de las dificultades acometer semejante tarea. Habrá ya notado lo difícil que es convocar al gabinete a personas honestas, con dotes de liderazgo y destrezas gerenciales. Habrá notado que el Estado cuenta con una burocracia temerosa de actuar proactivamente en medio de reglas administrativas opacas y frondosas que la hacen pasible de sanciones administrativas o penales. Habrá notado que muchos de que sus excolegas en las regiones no se percatan aún de que el Perú es una Nación unitaria y que el agua, los bosques, los minerales, el gas o el petróleo son recursos que pertenecen al Estado y no a la región. Habrá notado que la calidad de la inversión pública que hoy se realiza no siempre se dirige a resolver urgentes problemas de los ciudadanos.

Tendrá que convencer a toda la Nación—y no solamente a los grupos políticos—que él no convivirá con poderes paralelos y que la sospecha de que la esposa del presidente Humala prepara una candidatura para el 2016 es infundada.
En el caso de un eventual relevo del eficiente ministro de Economía, esperamos que su cambio no se realice al son de la ranchera “…te vas porque yo quiero que te vayas…” además de una concesión a los conocidos enemigos que usualmente cosecha cualquier diligente jefe del MEF. Si este no fuera el caso, su reemplazante sería probablemente una persona con un perfil muy similar al ministro Castilla. Si por el contrario se desea en el MEF a alguien más “dúctil”, más “político”, más “sensible a las necesidades de los pobres”, entonces preparémonos para un declive económico inevitable.

Este año marcará el fin de los superávits fiscales y de aquí al final del régimen actual se producirán déficits, con o sin cambio de ministro. La cuenta corriente de la balanza de pagos presentará un déficit de más del 5% del PBI y si todo marcha bien con los proyectos mineros en ejecución bajará quizás al 4% para el 2016. Crecer el próximo año 5.5% con tasas de interés mundiales más altas y los actuales precios de minerales, será una proeza a la que debemos aspirar. Deseémosle al premier, de todo corazón, la mejor de las suertes.


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