Pasos Perdidos

Al mediodía del jueves, en la plenaria matinal del Congreso, Javier Diez Canseco afirmaba, con aire triunfalista, que el pedido de suspensión de 90 días formulado en su contra por la Comisión de Ética no prosperaría. “Tengo los votos de Gana Perú, los de Toledo y los de mi bancada. Aquí no pasa nada”, dicen que repetía a cuanto colega se le cruzaba por el camino. Su prolongada tertulia con la vocera alterna de Gana Perú, Ana María Solórzano, en los pasillos del hemiciclo, reforzó aún más esta versión.

Lo que nadie le dijo al exsenador izquierdista –ni siquiera esos 10 nacionalistas provincianos que votaron en contra de su sanción, más por rebeldía con la cúpula oficialista que por apoyo a él– fue que la decisión de expectorarlo de la escena congresal no fue un acuerdo de última hora sino un ‘callejón oscuro’ bien planeado en Lima, bendecido luego desde tierras galas y coordinado, efectivamente, por quien en Gana Perú es conocida coloquialmente como “la número uno”.

Es que, según fuentes del Ejecutivo, al inquilino palaciego no se le quita todavía ni el mal sabor por la fractura de su bancada, situación de la que responsabiliza a Diez Canseco, y menos aún el fastidio por la artillería pesada con que, de cuando en cuando, el legislador dispara contra algunos miembros del gabinete.

Ducho en avatares políticos, a Diez Canseco le falló el jueves el olfato político, y lo mismo le habría ocurrido ayer viernes cuando se lanzó sin paracaídas contra Nadine Heredia, a quien llama ahora “copresidenta”.

“Al parecer, Diez Canseco ha olvidado que tiene todavía una acusación pendiente en Ética”, comentó a Pasos Perdidos una fuente palaciega que, en tono mordaz, agregó que las ‘vacaciones’ forzadas del legislador podrían prolongarse por más de 90 días. Corren las apuestas…