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La cuenta saldada

Robben hizo el gol del título a los 89’. Mandzukic abrió la cuenta y Gündogan empató de penal.

Qué orgullo. Pizarro, con la bicolor, celebró el título en la cancha de Wembley. (Reuters)
Qué orgullo. Pizarro, con la bicolor, celebró el título en la cancha de Wembley. (Reuters)

LONDRES.– El cielo da y el cielo quita. Arrebata y recompensa, roba y devuelve. El fútbol da y el fútbol quita. Se lleva gloria y te la regresa. Hurta sueños y te los retorna. ¿O no, Arjen Robben? Tú, que perdiste cuatro finales, pensaste morir de cáncer y que erraste vitales ‘mano a mano’ y penales. Tú, hoy eres campeón. El fútbol da y el fútbol quita ¿O no, Claudio Pizarro? Tú, que perdiste dos finales europeas y te insultan por la selección. Tú, hoy eres campeón. Porque Bayern Munich le ganó 2-1 al Borussia Dortmund y levantó la Champions League.

Pero costó mucho levantarla porque Borussia le apagó la luz con un enorme
Gündogan en el quite y un imparable Marco Reus. Pero Manuel Neuer le sacó el gol a Lewandowski (13’), Blaszcykowski (14’), Reus (18’) y Bender (21’). En Bayern, Alaba y Lahm no subían, y Schweinsteiger –que se resintió en el calentamiento– no destacó.

Entonces apareció el español Javi Martínez para hablar alemán en la cancha. Con su pundonor llegaron las chances de Mandzukic (25’) y Robben (30’). En ambas, Roman Weidenfeller dijo ‘no’. Luego, a los 35’, Lewandowski tampoco pudo con Neuer. Bayern se fue al descanso con chances de Robben (36’ y 42’) y con el miedo de perder como en 2010 y en 2012.

EL MEJOR DE LOS FINALES
En el complemento, Bayern acertó. A los 59’, Ribéry aprovechó que Hummels, Subotic y Piszcek fueron con él y habilitó a Robben. El holandés centró para que Mandzukic concretara. Pero, siete minutos después, Dante pateó a Reus en el área y Gündogan igualó. Parecía que había alargue cuando Subotic salvó en la línea a los 71’ y Weidenfeller rechazó los disparos de Alaba (75’) y Schweinsteiger (87’). Pero, a los 89’, dudó la defensa de Borussia. Robben se llevó la pelota y utilizó esa zurda que tantas veces le falló. Tres minutos después se arrodilló y gritó sin parar. Bayern tenía su quinta Champions y, Pizarro, el trofeo que le faltaba. Robben le estrechó la mano a un cielo que muchas veces se la negó.
Deuda saldada, así se cierra esta nota.


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