El presidente encargado de Venezuela, Nicolás Maduro, “podría lamentar su victoria” en las elecciones de este domingo porque tendrá que lidiar con el legado de Hugo Chávez, indicó hoy en un editorial el diario The Washington Post.
El editorial destaca que las elecciones venezolanas no contarán con la presencia de observadores electorales de la Unión Europea ni de la Organización de Estados Americanos (OEA) y añade que “no es una sorpresa que las encuestas muestren que Maduro ganará esta contienda”.
“Y si por azar no gana, es poco probable que el régimen acepte el resultado”, agrega el editorial. “El mismo Maduro declaró recientemente que la respuesta sería ‘un levantamiento popular’”.
“Pero Maduro podría llegar a lamentar su triunfo” , advierte el Post.
“Chávez dejó un desastre extraordinario que incluye la inflación galopante, la escasez grave de energía y bienes de consumo y una de las tasas de homicidios más altas del mundo”, indica el editorial.
“Las exportaciones de petróleo, mantuvieron el país a flote, están disminuyendo”, apunta. “Probablemente ni el mismo Chávez podría haber asegurado la tolerancia de los pobres del país por el duro remezón económico que se avecina. Y Maduro, seguramente, no la tendrá”.
El editorial señala que Maduro, un exconductor de autobuses de 50 años, “obviamente falto de carisma, va a los extremos para vincularse con su mentor, y eso no es una sorpresa”.
“Tampoco es una sorpresa, desafortunadamente, la forma en que el gobierno maneja la elección”, afirma. “En violación de la constitución venezolana a Maduro se le declaró presidente después de la muerte de Chávez, dándole vastos poderes sobre el gasto y los medios del Estado”, añade.
Maduro “ordena regularmente cadenas nacionales de televisión en las cuales él promete que resolverá los enormes problemas del país y lanza vituperios al dirigente opositor Henrique Capriles”.
“Las fuerzas armadas y la empresa estatal petrolera, las dos instituciones mayores de Venezuela, se han movilizado descaradamente en apoyo de Maduro”, según el editorial.
En contraste “a la campaña de Capriles se le han asignado cuatro minutos de difusión diaria en los múltiples canales de la televisión estatal, y a sus representantes se les ha negado el acceso al centro de escrutinio de votos en la noche de la elección”, apunta el Post.
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