Ismael Miranda,Salsero
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com
El 23 de noviembre, Lima se llenará de salsa. Aquel día tocará en el Estadio Nacional la Fania All Stars, grandísima orquesta salsera que traerá, entre otros, a Cheo Feliciano, a Larry Harlow y al gigante Ismael Miranda, nuestro entrevistado. Entradas: Tu Entrada.
¿Todos los puertorriqueños tienen la música en la sangre?
(Ríe). Nací en Puerto Rico, pero a los ocho años me llevaron a Nueva York, donde me forme con los puertorriqueños de los años 50 que, felizmente, llevaron toda su música, que era muy alegre. Allí, con ellos, yo empecé todo mi lío musical (ríe) Y mira que yo no sabía hablar español. Hoy, que vivo en Puerto Rico, compruebo cada día el dicho que dice que si uno levanta una piedra sale un músico.
¿Se hizo músico en las calles?
A mis padres les gustaba mucho la música, pero eran obreros. Sin embargo, yo, desde pequeño, ya cantaba. Así, poco a poco, creció en mí la semilla de la música y, a los 12 años, ya estaba en un grupo juvenil.
Era un grupo de vocalización…
Sí, pero a los 13 años fui convocado a un grupo latino: el sexteto Pipo y su Combo, y luego me fui a la orquesta de Andy Harlow.
¿Se sentía un niño prodigio?
(Ríe). En casa me compraron una conga, y la tocaba desde niño. Y así me ganaba algunas propinas, hasta que un día, a los 17 años, me vi grabando mi primer disco, que fue un hit (ríe). A los 18 ya estaba con Larry Harlow, el judío maravilloso, una de las orquestas más importantes de Nueva York, y yo era su cantante, y un año después, a los 19, ya estaba en la Fania. Por otro lado, yo me entregaba al cien por ciento. Era ambicioso, nunca me di por vencido.
¿El ego se le subió?
No fue un asunto de ego. Sucede que yo era un muchacho humilde, de barrio, con padres obreros y, de pronto, siendo muy joven, me llegaron la fama, el dinero, las mujeres, todo a la vez. Esto me hizo daño pues no estaba listo mentalmente para lidiar con ella. Empecé a amanecerme, a beber, a hacer cosas que no debía.
Cayó en el alcohol, en la droga.
En todo eso. Sin embargo, pude salir adelante… Algunos no pudieron hacerlo. ¿Me decían ‘El Niño Bonito de la Salsa’? Así es (ríe). ¿Conquistador? Era un joven galán. La verdad es que se me hacía fácil hacer amistades porque la gente quería conocerme.
¿Cómo manejaban el tema de los egos en la Fania?
Allí todos éramos amigos, no había lucha de egos, todos nos queríamos y cuidábamos. Nos sentíamos hermanos… y eso continúa. Le doy gracias a Dios por haber entrado a la orquesta, porque me encontré con verdaderos ‘padres’ musicales.
Es intérprete y compositor. Así se compone un son, una de sus canciones, es un clásico…
Para mí, eso es muy halagador. Empecé a componer muy joven, y esa canción es de cuando tenía 22 años. Por entonces ni siquiera sospechaba que esos temas iban a pegar tanto y que iban a convertirse en los favoritos de la gente. Por eso, cada vez que estoy en un escenario y me la piden o la escucho en la radio, me siento feliz. Sin embargo, yo solo hice lo que pude, fue el pueblo quien las hizo famosas.
¿Cómo se compone un son?
(Ríe). Se necesita un motivo, un tema constructivo y, también, inspiración. Luego te buscas un buen cantante y listo (risas). Y yo he tenido todo en uno. Dios ha sido muy generoso conmigo. Siempre me ha motivado la gente. Me encanta verla cantar, bailar, feliz. Por eso, yo me mantengo vigente, vivo, coleando y lleno de energía. Tengo 88 discos y preparo uno nuevo: repertorio me sobra.
¿Cómo está su garganta?
Lo normal es que, con los años, la gente pierda la voz: a mí me ha subido un tono. Esto es algo difícil de creer, pero, aunque esto debe decirlo la gente, yo creo que canto mejor que antes (ríe).
¿Qué piensa del salsero peruano?
Hay que darle mucho crédito pues, al igual que el venezolano o el colombiano, es el que sostiene la salsa de hoy. Además, los músicos peruanos son muy buenos: ahora uno va de gira y ya no es necesario llevar a la orquesta (ríe), lo que facilita las cosas.
¿Cómo ve a la salsa: como música o como fenómeno social?
La salsa puede tener contenido social, pero nació como una música de barrio, para quienes querían divertirse. Luego se la usó para protestar y hasta para enamorarse, pero creo que ha recuperado su lugar: una música para divertirse y bailar.
¿No cree que a la salsa le faltan figuras jóvenes?
Los jóvenes prefieren a los salseros mayores. En nuestros conciertos te darás cuentas de que nuestro público es joven pues le gusta la música de antes, con una clave bien marcada en el baile, y nosotros tenemos esto. Y, por otro lado, no hay tanto talento como antes. Quizás a los salseros de hoy les falta barrio, algo que a nosotros nos sobraba. Hoy, la gente es muy cibernética.
AUTOFICHA
- Aunque nací en Puerto Rico, crecí en Nueva York. Mi primera lengua fue el inglés. Por eso me costó entrar al mundo de la salsa, pero lo logré. Esto
sí me enorgullece.
- Siempre me he dado al cien por ciento. No en vano tengo 88 producciones y ya preparo mi siguiente trabajo musical. Repertorio me sobra.
- Con los años, los cantantes pierden la voz: a mí me ha subido un tono. Esto es algo difícil de creer, pero, aunque esto debe decirlo la gente, canto mejor que antes.
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