Un sentimiento no puede estar quieto, inmóvil, no puede ser pacífico. Porque el corazón tiene que latir y mover un cuerpo. Porque la paz no va con los hombres que libran la guerra buscando ser quienes un día fueron. Alianza Lima demoró cuarenta y cinco minutos para dejar atrás la estática del empate y golear 3-0 al Pacífico FC que no contagió su nombre. Que no privó el sueño, que no cortó la ilusión.
Los ‘grones’ sumaron 57 puntos (los mismos que Vallejo) y se pusieron a cinco puntos de Sporting Cristal y a siete del líder de la liguilla A, Real Garcilaso, su próximo rival.
Pero en esa franca pelea todo empezó mal. Francisco Pizarro lanzó al ruedo a sus mejores soldados. Andersen de enganche, Bazán y Aguirre a los lados, Guevgeozián y Mostto como puntas. Un desorden de aquellos, un mar de intenciones donde Alianza no tuvo el balón. Pacífico, en cambio, peleó con Bazalar, Díaz y Reyes en el centro, y ganó.
Al minuto, Aguirre demostró que el gol le va y viene y falló. Pero el hincha íntimo no volvió a emocionarse en media hora. En ese lapso, Mauro Cantoro exigió a Forsyth de tiro libre a los 16’ y luego Bazalar no pudo añadirla en la línea a los 24’. En Matute siguió mandando el rosado antes que el morado y Díaz falló a los 32’. Un solo remate de Andersen (35’) demostró a un Alianza parado, clavado en el piso de la desorientación.
LA CLAVE PONCE
Pero la brújula estaba en la banca. Pizarro lavó sus errores metiendo a Uribe para acompañar a Albarracín en la marca y, además, se la jugó por Junior Ponce. El muchacho surgido en la cantera y regresado a préstamo fue la clave del éxito. Se turnó para jugar por los dos costados, volvió locos a Obregón y Chui y generó faltas. Como la de los 57’, donde pateó Trujillo y la pelota, rozando o no en alguien, terminó adentro.
Y mientras la tribuna explotaba, los jugadores se abrazaron con ‘Pancho’, como sellando el pacto que nunca se detuvo en el tiempo. El festejo se repitió cuando Ibáñez marcó de penal (falta a Ponce) a los 67’ y luego que Gonzales Vigil rememorara sus épocas de goleador, a pase de Bazán, a los 77’. Alianza no se aquietó más.
Porque los tiempos y los hinchas hoy piden que el sentimiento vibre y viva hasta que los números digan basta. Por ello, la quietud ya no es bienvenida en casa íntima.
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