Escuché incrédulo a representantes de Voluntad Popular (VP), el sector más lúcido de la oposición venezolana, alegar que la presencia castrista casi ya no tiene importancia. Les recordé que hay 40 altos oficiales cubanos y 7 mil soldados de élite (“Operación Bastión”), jefaturizados por el general de división Leonardo Adollo.
Alegaron que solo Maduro y Elías Jaua siguen fieles a La Habana; el resto estaría atomizado en feudos enfrentados. Que el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, asesorado por un general castrista, ya no tiene influencia en el Ejército. Que el acercamiento Cuba-EE.UU. disminuyó la beligerancia comunista, aunque nadie ve su repliegue. Que Rusia propone respetar la Constitución venezolana, aunque Putin no respete la suya. Que China y Rusia son actores principales del conflicto, pero ¿acaso Cuba no es su operador local?
Dijeron que se expulsó a los cubanos de Fuerte Tiuna (Caracas), pero el general cubano Herminio Hernández Rodríguez, de operaciones urbanas, sigue allí y el general cubano Alejandro Ronda Marrero dirige la represión desde la Dirección General de Inteligencia Militar (DGIM), en Boleíta.
Videos de la calle, las evidencias, testigos, ex agentes de inteligencia y militares retirados confirman la ocupación cubana. ¿Por qué lo niegan estos representantes de VP, gente de moral impecable y de actuación generosa y heroica, y otros de la MUD? ¿Será una negación psicológica chauvinista?, ¿una estrategia de acercamiento al Ejército?
En política no basta ser bueno. Es fundamental acertarle al enemigo. Mejor excederse en el área que fallarle por mucho cálculo. Atacar al títere y no al titiritero enfriará la calle. Pues el enemigo que el pueblo insistentemente acusa es el castrismo.
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