En 1989, el PT de Lula y el PCC de Castro convocaron a la izquierda latinoamericana a un evento llamado el Foro de San Pablo, una organización transnacional que, desde entonces, ha instrumentalizado la política continental. La alianza Lula-Castro y luego Chávez nunca la ocultaron. Lula era el socialdemócrata “moral” del proyecto castrista en América Latina y Chávez, el radical ideológico. Fue una táctica elemental de pinza militar vendida como “otra democracia” por periodistas y analistas pagados (hoy se conocen largas listas), infames que ayudaron a desangrar a una decena de países del continente.
Este criminal proyecto no se hubiera logrado sin invertir inimaginables cantidades de dinero. Lula y Chávez pusieron la plata a través de PDVSA, Petrobras, Odebrecht, Camargo Correa y OAS. Cuba puso inteligencia estratégica y la tropa terrestre, desde agentes con rostro asistencialista (médicos, deportólogos) hasta políticos nacionales adeptos a Cuba que colocaron en altos cargos para operar a través de ellos. Por eso, nunca son vistos los cubanos castristas pero cobraron muchísimo por sus servicios. ¡Sí, Odebrecht les construyó el puerto de Mariel, un billón de dólares, sin que paguen! Odebrecht financió muchas campañas políticas de los caimanes del foso de San Pablo con asesor incluido, Favre y Santana. Los presidentes beneficiados devolvieron favores dándoles obras por montos exagerados.
Esta sociedad delincuencial atenaza al continente y ahora va a por México, con López Obrador. Las hormigas no ven al oso que las embosca. Pero los que ven con claridad saben que es hora de encarcelar a Odebrecht y a sus secuaces y ¡romper relaciones con Cuba ya!
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