La dictadura venezolana es un aparato muy bien estructurado, con un plan claro y mucho dinero. Y ya resulta un empacho que los periodistas y analistas internacionales insistan imbécilmente en mirar su propia nube, dizque “voto popular y discurso justiciero”, sin que la realidad de los sucesos haga mella alguna en ellos. El chavismo ya no necesita voto popular, su discurso es cualquier tontera e incluso se permiten perder una institución tan importante como la Asamblea Nacional sin que afecte su poder. ¿Qué significa eso? ¡Analistas! ¿Eh? Claro que me enoja la complicidad involuntaria de tanto bobo opinólogo y banal que hay por doquier.
El gran acierto cubano en Venezuela es haber logrado, otorgando cierta libertad y una fingida democracia, el poder absoluto que antes se conseguía con la mordaza absoluta. He ahí una novedad política del siglo XXI que pasa desapercibida entre los “analistas”. Y lo consiguieron controlando la violencia en todos sus aspectos: las Fuerzas Armadas regulares, las asimétricas (colectivos), espionaje y contrainteligencia (barrios y oposición política) y la violencia callejera delincuencial. Esta es una política de Estado que en Venezuela suma unas 250 mil muertes en 10 años. Más que las dictaduras de Pinochet, Videla, Bánzer, Somoza y Bordaberry juntas. Venezuela es una dictadura cubana mejorada.
De nada servirán diálogos ni reuniones. Incluso, la heroica acción de Almagro con la Carta Democrática será utilizada por el régimen para distraer y confrontar mientras afianza su poder militar y empuja a la migración masiva hacia el exterior. La paz no tendrá lugar en Venezuela mientras esta dictadura exista.
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