Diez niños y una mujer adulta murieron tras un bombardeo de la OTAN en Afganistán (ISAF), suceso que puede complicar las relaciones entre la alianza y el país asiático en plena retirada de las tropas internacionales.
“Once civiles, entre ellos diez niños, murieron en la operación de las tropas internacionales”, aseguró a EFE Wasifullah Wasifi, portavoz del gobernador de la provincia afgana de Kunar.
Según la fuente, cuatro mujeres más resultaron heridas en una operación conjunta de las tropas afganas y de la ISAF la mañana del sábado en el pueblo de Sonu, en el distrito de Shigal.
De acuerdo con la agencia local AIP, las víctimas se encontraban en el interior de sus casas cuando éstas fueron alcanzadas por el bombardeo, y la cifra de fallecidos podría aumentar dado que no se ha terminado de retirar los escombros.
Wasifi señaló que seis talibanes, entre ellos dos comandantes, murieron en estos hechos.
Un portavoz de la ISAF corroboró a EFE que las tropas internacionales participaron en un bombardeo de apoyo a las fuerzas afganas en un enfrentamiento con talibanes en Kunar el sábado, pero no confirmó el fallecimiento de civiles.
El presidente adjunto de la Asamblea Provincial de Kunar, Muhammad Ismail, elevó a 17 la cifra de civiles fallecidos en declaraciones a la agencia afgana AIP.
CIVILES CAÍDOS
Según un informe de la ONU, la guerra en Afganistán causó en 2012 la muerte de 2,759 civiles y otros 4,805 heridos, el 81% de ellos por acciones perpetradas por los insurgentes.
A finales de febrero otro bombardeo aliado se cobró la vida de dos niños afganos en la provincia meridional de Uruzgán.
El jefe de la ISAF, Joseph Dunford, ofreció disculpas por el incidente, en el que según su versión las tropas mataron accidentalmente a dos niños afganos al confundirlos con “insurgentes”.
Un mes después un nuevo ataque aéreo de la OTAN causó la muerte de dos civiles afganos e hirió a otros siete en la provincia central de Ghazni, según denunció Kabul.
La OTAN comenzó en 2011 a retirarse de Afganistán y a transferir gradualmente la competencia de la seguridad al Ejército y Policía autóctonos, un proceso no exento de tensiones.
El proceso de retirada,* que debe concluir en 2014,* transcurre en uno de los momentos más sangrientos de la guerra afgana, doce años después de la invasión estadounidense y caída del régimen integrista talibán.
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