Carlos Bernuy Flores
cbernuy@peru21.com
La vacuna que previene la gripe AH1N1 va en el brazo. La vacuna que acaba con el dolor va en el corazón. Entra en el cuerpo, transita por las venas, se mezcla con la sangre, despierta el instinto. Alianza Lima está curado. Mató cualquier intento de ataque de un virus, eliminó la enfermedad de la sequía que amenazaba con dominarlo. Ganó 1-0 a Sport Huancayo. Ganó luego de cinco fechas.
Venció desde el momento que cambió movimientos, que modificó posiciones. Porque Henry Quinteros, y los años que lleva, no pueden ir a la derecha como ante San Martín. Por eso jugó de enganche, como nació en La Victoria. Vidales ayudó algo por izquierda, Ciucci empujó desde la zaga, y Trujillo (al fin) despegó por el lado zurdo. Huancayo tuvo a un desaparecido Angelo Cruzado y a un Sergio Ibarra con el ojo hinchado por un golpe.
Alianza empezó con situaciones, esas que Mostto y Aguirre no dejan de desperdiciar. A los 9’, ‘Rambo’ buscó ‘vacunar’ a Pinto, pero pareció utilizar agua en su jeringa. Disparó suave a pocos metros del portero. Después vino el turno del ‘Zorrito’. A los 31’ se escapó por izquierda, con ese perfil que puede acomodarle, y remató desviado ante el golero.
Pero a la tercera entró. A los 41’, Ciucci se proyectó al área rival y, tras un centro de Trujillo, metió un correcto frentazo contra el piso que abrió la cuenta. Situación que se gritó más que el miedo que da una aguja cerca de la piel.
AQUEL QUE NO HA SUFRIDO
Vidales y Mostto. Apunte los apellidos, moléstese si es hincha blanquiazul. Ambos jugadores perdieron sendas chances (a los 48’ y 54’) para ampliar. Huancayo salió de su letargo y Donayre salvó ante Da Silva a los 55’, y luego hubo un gol bien anulado a ‘Tierra’ Mendoza (57’). Entonces, Alianza decidió complicarse. Mano infantil de Koichi Aparicio y doble amarilla que lo sacó del campo a los 69’. Matute se llenó de miedo, pero la visita se quedó con nueve por rojas a Salazar (87’) y a Farfán (90’).
Segundos dura el dolor de una vacuna. Segundos demora un gol en concretarse. Ambas cosas pueden darte cuerpo y corazón para vivir en paz.
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