Para entender la problemática de los adolescentes hay que situarlos en tres espacios en los que se desenvuelven: la escuela, la calle y la familia. De estos, el último es el más importante.
En muchos hogares se les brinda a los hijos todas las atenciones desde su nacimiento hasta la niñez, pero en la etapa de la adolescencia no reciben ningún tipo de control. Por ello, los jovencitos no tienen límites.
Los padres de familia son los principales responsables de sus hijos, y no el colegio. No basta con darles cosas materiales, cuando lo que les falta es atención. Esta falencia se da en todas las clases sociales. Una recomendación para los padres es poner atención a las actitudes y comportamientos de nuestros hijos, porque así nos dicen: “Oye, atiéndeme, escúchame”.
De otro lado, el Estado también debe preocuparse por los menores. No es posible que no existan espacios de recreación para este grupo de la población. Por ejemplo, las municipalidades solo construyen losas de fulbito y nada más.
Pareciera que la Convención sobre los Derechos del Niño en el Perú es solo un papel más que nadie cumple. Los profesores deben aconsejar y enmendar el mal comportamiento de los chicos.
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