Christian Rivero,Conductor de TV
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com
Es uno de los actores de Corazón normal, la buena obra de teatro que se presenta en La Plaza ISIL, de Larcomar (de J a Ma, 8 p.m.) y, además, conduce Rojo, fama contrafama, el reality de Frecuencia Latina. Con ustedes, Christian Rivero.
¿Extrañas a Gisela Valcárcel?
Gisela ha sido un gran soporte, un gran apoyo. Trabajé con ella durante siete años y, por ello, siempre le estaré agradecido. Toda esa experiencia me ha permitido hacer mi propia carrera.
¿Ya te sientes competente en tu tarea de conductor?
Una vez me preguntaron si ya tenía las condiciones para este trabajo. Yo respondí que, en el buen sentido de la palabra, soy un conchudo, alguien que se atreve. Una de mis virtudes es que voy; puedo tener miedo, no estar seguro de lo que voy a hacer, terror a fregarla; puedo incluso no saber lo que me toca hacer, pero igual voy, no me chupo: he animado eventos en inglés, y no sé muy bien ese idioma (ríe). En la TV he ido cosechando lo que mi vehemencia, mi conchudez, me hizo sembrar.
Rojo, fama contrafama es parte de esa cosecha…
Lo gran ventaja de este tipo de programas es que, al ser franquicias, uno ya sabe cómo es su estructura, solo tienes que seguir las reglas. ¿Cómo se le saca la vuelta al formato? Siendo uno mismo. Esta pimienta hace al programa más ágil, más divertido.
Programas así tienen fecha de nacimiento y de caducidad…
Así es. Esto permite que el formato no se desgaste. Son programas cuya prolongación es un riesgo. Además, comercialmente también es mejor, pues es más fácil, seguro y rentable que los anunciantes se animen a invertir en ellos.
A Yo soy le fue mejor, ¿no?
Sí y no. En el verano el encendido baja. Las empresas se fijan en la rentabilidad, y programas como Rojo… son un buen negocio, totalmente rentables.
En Corazón normal tienes dos papeles. Eres una de las primeras víctimas de un síndrome entonces desconocido: el VIH…
Sí. La obra está ambientada en los años 80, donde aparece una enfermedad que empieza a matar a mucha gente, sobre todo a hombres homosexuales y nadie sabe nada. Es una enfermedad que lleva hacia el desconocimiento, la especulación y el miedo. Todo se paraliza. La gente no sabe qué hacer, cómo afrontar lo que sucede; siente que no puede besarse, que no debe abrazarse porque nadie sabe qué los ataca.
La comunidad gay buscaba libertad y la encontró a través del sexo. De pronto, ese espacio ganado debe cerrarse porque el sexo se hace peligroso…
El dato real es que la comunidad homosexual luchaba por ganarse un espacio en la sociedad, pero, en la mayoría de casos, desde el perfil bajo. Era una comunidad con poder económico, con capacidad de gasto, con influencia y hasta contaba con algunas figuras políticas. Así, empiezan a ganar peso, a llegar a los terrenos donde pretendían. Pero, de pronto, llega esta ‘peste’ que el mundo desconoce, y los ataca. Entonces, empiezan a culparse y responsabilizan de ello a su libertad sexual que, hasta entonces, había sido su plataforma de lucha.
¿Cómo ha tomado el público limeño una obra de temática homosexual?
La obra trata del derecho a amar, y yo veo mucha apertura. La gente se pone de pie y aplaude con entusiasmo. Esto nos habla de un público tolerante, que se informa y que sabe en qué consiste la enfermedad, cómo ha ido evolucionando, cómo prevenirla, cómo llevarla en paz. Es decir, hay un reconocimiento hacia el otro, lo que indica apertura y una mirada horizontal, igualitaria; una mirada a la que no le importa la orientación sexual del otro y que respeta su privacidad.
Muchos homosexuales aún optan por estar detrás del clóset…
Lo hacen por miedo, porque no quieren ser juzgados. Lima es así, reprime a los homosexuales. Por ejemplo, yo tengo amigos homosexuales que no ocultan su condición, pero tampoco la divulgan. Vivimos una etapa de transición. Las generaciones que vengan serán más abiertas a este tema. Más allá de nuestras orientaciones sexuales, todos tenemos un derecho universal: amar a quien uno elija.
Resultaste un buen actor…
Hasta yo me he sorprendido de esas dotes histriónicas (risas). Como te dije, yo me mando con todo. Y, mientras en la conducción avancé poco a poco, en la ficción tuve pronto papeles potentes. Sin duda, soy un afortunado.
Tú que estás en ambos territorios, ¿es verdad que los reality le quitan trabajo a los actores?
Al invadirse la TV de reality, le quita espacio a la ficción, y al haber menos ficción, hay menos espacio para los actores. Pero todo esto es cíclico. En algún momento los reality van a saturar y vamos a volver a la ficción.
¿Cómo está Gianella Neyra?
Este… justo tengo que entrar a una reunión (ríe y se marcha).
AUTOFICHA
- Una figura femenina siempre aporta en la televisión. Jimena Espinosa, coconductora de Rojo…, a pesar de su poca experiencia, está muy bien en el programa.
- Lima reprime a los homosexuales. Por ejemplo, yo tengo amigos gays que no ocultan su condición, pero tampoco la divulgan.
- Corazón normal trata del derecho a amar y yo veo mucha apertura. La gente se pone de pie y aplaude con entusiasmo. Esto nos habla de un público tolerante.
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