Ricardo Vásquez Kunze,Desayuno con diamantes
rvasquez@peru21.com
Tengo mucho aprecio por mi querido colega Augusto Álvarez Rodrich. Lidera, con algunos pocos más, las corrientes de opinión pública y, por lo tanto, resume a un sector importante de ellas. Ha tomado partido por el No en el proceso revocatorio contra la alcaldesa de Lima, Susana Villarán. Yo he tomado partido por el Sí, es decir, por el que la alcaldesa se vaya a su casa. Estamos, pues, en polos opuestos. Y como entre caballeros lo cortés no quita lo valiente, me temo que no puedo dejar pasar la ocasión para decirle que algunas cosas suyas, simplemente, no me parecen.
Dice Augusto que “Lo que no debiera perderse de vista en medio de todo este jaleo armado con el fin de revocar a la alcaldesa Susana Villarán es que, como suele ocurrir con frecuencia en la política, el factor determinante pueda ser nada menos que el dinero”. Lo que yo creo es que lo que no debiera perderse de vista, Augusto, es al pueblo. Es decir, al 60% de limeñas y limeños que, si la revocatoria fuese mañana, despacharían a la señora Villarán a su casa.
En otras palabras y para ser claro y directo. El personaje central del proceso de revocatoria contra la alcaldesa de Lima no es Alan García, Luis Castañeda, Marco Tulio Gutiérrez, la ‘DBA’, los contratos, la plata, la mafia y la corrupción. No, señor. Es el pueblo. Tanto los que votarán por que este 17 de marzo la señora Villarán se quede donde está o sea revocada.
Por lo tanto, querido Augusto, así como yo no creo que la cara de los antirrevocadores sean tú, Claudia Dammert, Sinesio López o Santa Rosa de Lima, tampoco creo que la cara de los revocadores sea la de los señores del párrafo precedente. Así las cosas, si alguna cara tiene la revocatoria es, precisamente, esa que no se conoce porque es la más común, aquella de los 8 millones de limeños que tenemos el poder para poner y quitar del ‘trono’, con nuestro votito, a quien nos dé la gana.
Augusto pide argumentos a favor de la revocatoria. Yo le voy a dar uno bastante democrático, el del mercado: el 60% del pueblo de Lima que quiere hoy, luego de dos años de gestión, que Villarán se vaya a jugar con sus nietecitos a la playa. ¿No es acaso un argumento bastante poderoso que refleja que los argumentos contrarios, cualquiera que estos sean, no convencen a la mayoría del pueblo de la capital? Porque, me pregunto yo, ¿habría habido revocatoria posible si la alcaldesa tuviera 60, 50 o 40 por ciento de aprobación? ¿En buen romance, si el pueblo creyera el argumento de que es una buena alcaldesa y no una buena para nada? ¿Qué hubiera sido entonces de Marco Tulio & Cía? ¿Existirían?
Por qué entonces, en vez de preguntarte cuáles son las motivaciones ocultas de los cuatro gatos que tienen tribuna, o sea, ese Marco Tulio & Cía, no te preguntas más bien cuáles son las motivaciones evidentes de los que no tienen tribuna, o sea, ese 60% del pueblo de la ciudad capital. ¿O es que crees, Augusto, contra lo que siempre has pensado, que ese 60% es ‘electarado’?
Lo cierto es que, querido Augusto, las motivaciones de Alan García, Castañeda Lossio, Marco Tulio, la ‘DBA’ y otros me importan a mí, y al 60% en el que estoy incluido, un reverendo pepino. ¿Sabes por qué? Porque ellos no están en la cédula. Ni yo ni ese 60% de limeños vamos a votar por ellos o contra ellos. Vamos, sí, a votar a favor o en contra de Susana Villarán. Es la alcaldesa la que está en ‘juicio’. NADIE MÁS (amigos del PPC). ¿Que quién viene después? Eso ni tú ni yo lo sabemos. Después de todo, no somos omniscientes como Dios ni soberanos como el pueblo.
Y, dicho esto, como quien se despide a la antigua usanza, “te reitero las seguridades de mi consideración más distinguida”.
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