22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

El proceso del impeachment concluye en una semana u ocho días, y los actores mueven sus últimas cartas para influenciar en la votación final y para generar condiciones favorables para lo que se viene.

Dilma ha escrito una carta al Senado en la que afirma tres veces que no ha cometido crimen y que el impeachment es un golpe. En su carta, ella recuerda que ha sido presa y torturada, y que es una injusticia lo que le están haciendo. Dice que el sistema político brasileño está agotado y ofrece convocar un plebiscito para hacer una reforma política.

Lula, por su lado, ha hecho publicar un documento en cuatro idiomas (portugués, español, francés e inglés) para decir que no hay por qué involucrarlo en el Petrolão y que las denuncias e investigaciones que se le hacen son, en el fondo, instrumentos de persecución al “mayor líder político del país”.

Es poco probable que, a estas alturas, la carta de Dilma le posibilite ganar los seis votos que necesita. Sin embargo, la carta servirá para documentar su memoria política, para descalificar a Temer y para oponerse a las medidas de ajuste presupuestal que él tendrá que realizar.

También es poco probable que las movidas de Lula paralicen las investigaciones de Lava Jato o bloqueen las acusaciones de obstrucción de la justicia que le fueron hechas dos semanas atrás. Pero sí le servirá para alimentar la campaña de victimización que él está impulsando en la ONU, y para proteger lo que queda de capital político en las elecciones de 2016 y 2018.

Sin embargo, Dilma no está con suerte. Con ella, Brasil perdió 7 a 1 ante Alemania, y con Temer, ha ganado el oro olímpico, también ante Alemania. Esta victoria lo beneficia.


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