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Opinión

Tal como Lula había anunciado, el Partido de los Trabajadores (PT) se ha lanzado en una campaña radical bajo la consigna Fuera Temer. Los petistas han movilizado a cientos de miles de manifestantes a nivel nacional, en una campaña bien orquestada: artistas, figuras políticas, periódicos, TV y redes sociales; todos ellos en acciones sinérgicas.

Incapaz de evitar la caída de Dilma y de salvar a Lula de Lava Jato, el PT ha dejado claro que sabe atacar a sus rivales. Algunos petistas ya dicen que Temer no terminará su mandato, y no carecen de motivos. Ante déficits billonarios, Temer tendrá que tomar medidas impopulares, y el PT aprovechará las oportunidades.

En la campaña electoral municipal el PT va debilitado, con 40% menos candidatos y mucho menos recursos. Pero lo más llamativo es que el PT eliminó su nombre, la bandera roja y la estrella en su publicidad de campaña. Hoy, los símbolos partidarios hacen perder votos a sus candidatos.

El escándalo de la semana es el déficit de 35 mil millones de dólares de los fondos de pensión gestionados por el PT. El déficit corresponde a una combinación de corrupción, malos manejos y uso político de los fondos: compra de deudas de Venezuela y de Argentina, y compra de acciones riesgosas, de empresas ligadas a la Petrobras, y de empresas del PT.

Los petistas siguen en estado de choque por la caída de Dilma, pero concentran sus ataques en llevar a Temer al fracaso. El problema de esa estrategia es que polariza con una aspiración mayoritaria: superar la crisis económica y recuperar la estabilidad política. Los ataques del PT, si son efectivos, fortalecerán la coalición en su contra. Esto no es bueno para ellos.


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