El segundo hecho más importante de 2016 ha sido la aprobación de la PEC 55 por más de 2/3 del Congreso federal. Solo el impeachment a Dilma ha sido más transformador. La PEC es un Proyecto de Enmienda Constitucional que, por 20 años, estableció un techo a los aumentos presupuestos.
Si no se hiciera esa reforma ahora, la carga tributaria, que ya es alta, tendría un incremento dramático pasando de 33.5% a 43.5% del PBI. Pero, aun ese aumento sería una solución de corto plazo. En pocos años, el gobierno estaría de nuevo en riesgo de declarar default de la deuda pública.
Desde que se aprobó la Constitución en 1988 resultó difícil cuadrar las cuentas nacionales, pero los gobiernos han contornado el problema con más impuestos, emisión monetaria y endeudamiento público. Entre 1996 y 2014, la carga tributaria aumentó de 26.1% a 33.6%, un alza de 7.5%, y la deuda pública llegó a superar el 60% del PBI.
Ahora, con Dilma Rousseff y su gestión fraudulenta, el problema desbordó la capacidad de manejo del gobierno. La deuda pública, estable en los últimos años, comenzó a crecer rápidamente, superando el 70% del PBI. A consecuencia de ese incremento las principales calificadoras de riesgo retirarán el grado de inversión de Brasil.
Con la PEC 55 se ha dado el paso más importante para recuperar la viabilidad económica del país. Sin embargo, aún falta la reforma del sistema de pensiones. Esa reforma va a afectar los intereses de millones de personas, quienes van a tener que postergar sus jubilaciones. Con el deterioro creciente de la popularidad de Temer, es probable que 2017 sea un año de crisis institucional e inestabilidad política.
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