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Opinión

El gobierno de Temer se encuentra aún en una fase de legitimación, y el riesgo de regreso de Dilma es como una espada de Damocles sobre su cabeza.

No hay que olvidar que la aceptación del impeachment por el Senado fue una decisión inicial que podría variar en los próximos meses, y los senadores van a estar pensando en su futuro político-personal al votar, o no, por la destitución en octubre de este año. Ello va a depender de la efectividad del gobierno de Temer para iniciar la recuperación económica y generar estabilidad política.

Dentro de ese marco, esta semana ha sido negativa para Temer. Si bien en lo económico su gobierno va bien, dos golpes políticos debilitaron su frágil estabilidad. El primer golpe fue la renuncia del ministro de Turismo, Henrique Alves, por una denuncia de corrupción, totalizando 3 ministros forzados a renunciar en 6 semanas. El segundo golpe, más serio, ha sido la publicación de la denuncia del colaborador eficaz Sergio Machado, ex gerente de Transpetro, que involucra a Temer en la captación de fondos ilícitos de la empresa Queiroz Galvao para la campaña de un colega suyo del PMDB, en 2012.

Según Machado, el dinero fue entregado como una donación legal, pero fue parte de una negociación de contratos. Temer ha rechazado las denuncias, pero Machado ratificó lo dicho.

Siendo presidente, Temer no puede ser acusado por actos fuera de sus acciones de gobierno, pero la denuncia afecta su credibilidad y genera mejores condiciones para que el PT obtenga los 2 senadores que permitirían a Dilma regresar al Planalto.


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