Carlos Meléndez,Persiana Americana
Mientras los partidos políticos nacionales defienden con uñas y dientes sus permanencias en la arena electoral, dos partidos creados en el nuevo siglo han demostrado que todavía no se puede perder –del todo– la fe sobre las posibilidades de reconstruir organizaciones de alcance nacional. Fuerza Popular y Alianza para el Progreso son estos partidos ‘millennials’ que han ganado terreno en las elecciones subnacionales del domingo.
Cada cual luce un estilo distinto. El fujimorismo intenta una presencia nacional a partir de cultivar identidades fuertemente enraizadas en sectores populares. El liderazgo de Keiko Fujimori –y su potencial candidatura presidencial– atrae tanto a cuadros como a seguidores. Las elecciones de este año han supuesto la primera incursión institucional del fujimorismo luego de Vamos Vecino y mal no le ha ido. Participará en cuatro segundas vueltas regionales, luego de terminar primero en Pasco e Ica. A ello hay que sumarle victorias en casi una decena de alcaldías provinciales (alguna importante como Cajamarca, en medio del bastión radical).
APP practica otro estilo: el clientelismo empresarial. La disposición del consorcio de universidades ligadas a los Acuña le ha permitido recursos para posicionarse ahí donde llegan los cuadros de la A: desde el norte del país hasta SJL. El enclave regional es cada vez más amplio, desde Tumbes hasta Lima Provincias. Cada vez se ve más cerca el salto a la dinámica nacional, aunque por ahora es aún un Frenatraca contemporáneo.
Los partidos que asumieron que las elecciones regionales eran el inicio de la carrera del 2016 aprovecharon la iniciativa. Sus maquinarias y marcas se hallan ya en marcha, lo que es una ventaja frente a improvisados de la política mediática (PPK).
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