22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Lo trascendente es que, por primera vez, el Presidente del Consejo de Ministros cae en la cuenta de que estamos viviendo una novela.

Ricardo Vásquez Kunze,Desayuno con diamantes
rvasquez@peru21.com

Qué duda cabe que mi novela favorita es la de este gobierno. Una obra posmoderna donde cada capítulo de la novela es desdicho por el siguiente. La genialidad está aquí en que son los mismos personajes en las mismas circunstancias los que desandan el argumento anterior para llegar a su opuesto. Así, bien vista las cosas en esta fascinante aventura de lo absurdo, la novela no tiene, en realidad, ni un solo capítulo. Y que varios capítulos no sean ninguno es una proeza única en la historia de la literatura universal.

Pasemos revista. A la “gran transformación” le sucede la gran conservación. A “Conga va”, Conga no va. A la “operación impecable” en el VRAEM, la operación desastrosa a la misma hora y en el mismo lugar. A los héroes de la Patria de la Operación Libertad, los “héroes de metáfora” enjuiciados por esa misma operación. Al “rescate” de los niños “secuestrados” por Sendero, el secuestro de los niños raptados por el Estado. Y así.

El último capítulo de esta entrega es el de que Sendero Luminoso es una amenaza para la paz y la seguridad de la República y, para variar, de que aquello no es más que una “novela”. Lo importante aquí no es eso que, como hemos visto, no es novedad. Lo trascendente es que, por primera vez, el vocero del Gobierno, es decir, el Presidente del Consejo de Ministros, cae en la cuenta de que estamos viviendo una novela. Y con él, nosotros. Así se explicaría el porqué todas las aproximaciones del análisis político aplicadas al gobierno de Ollanta Humala están condenadas al más rotundo fracaso.

No tiene ninguna validez entonces decir, como yo digo aquí, que el gaseoducto de Camisea tiene muy remotas posibilidades de ser atacado por el clan de los Quispe Palomino que domina en el VRAEM. No porque no pueda o no tenga la oportunidad de hacerlo, sino porque es malo para el negocio. Y esto en tanto que ese clan, cuyo negocio es el narcotráfico, lo que menos quiere es tener los focos puestos en su zona de influencia. Mucho menos aún, las miles de botas que habría allí si se le ocurriera la mala idea de atentar contra el gaseoducto.

El gaseoducto es vital para la supervivencia de la economía nacional. Un atentado implicaría una respuesta política de proporciones gigantescas por parte del Estado. Y esto arruinaría el negocio del narcotráfico que prospera allí donde no hay Estado. Al clan de los Quispe Palomino le importa un reverendo bledo dejar sin energía al aparato productivo nacional sencillamente porque no le interesa derribar al Estado. Lo que quiere es que ese Estado se haga de la vista gorda en su zona para que el negocio del narcotráfico siga como hasta ahora. Nada más contraproducente entonces que bombardear el gaseoducto.

Tampoco les interesa a los Quispe Palomino hacer migas con el Sendero político de ‘Miriam’ y ‘Gonzalo’. ¿Para qué? ¿Acaso serían tan tontos de entregarles por quimeras ideológicas el negocio y la zona de los que ellos son amos desde hace 20 años? ¿Quién entrega su reino a unos pretendientes derrotados? Así, no hay peligro aparente ni probable de que un Sendero ideológico se haga con la zona del VRAEM y, por lo tanto, de que el gaseoducto vuele en pedazos apagándole la luz al Estado nacional

Tal vez fue este el análisis político que se le cruzó por la cabeza al señor Jiménez Mayor hasta que se dio cuenta de lo ridículo que era rebelarse contra su personaje: ¿Cuál? ¡Ser un primer ministro de novela!


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