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Opinión

Francisco Cairo, editor de Deportes de Perú21, analiza la decisión del ‘Depredador’ de dejar el ‘Timao’ y fichar por el Flamengo.

En el fútbol, la fidelidad es un valor en decadencia. El romanticismo está en retirada en un deporte que juega sucio y luego muestra la bandera del fair play. Dejar Corinthians y fichar por Flamengo es algo así como abandonar a la esposa para irse con la vecina. Paolo Guerrero ha tomado una decisión difícil, pero finalmente se ha alineado con el pragmatismo que mueve a la mayoría de jugadores: más me pagas, más te quiero. No todos son así, claro.

Steven Gerrard y Xavi Hernández acaban de dejar Liverpool y Barcelona, respectivamente, aunque ninguno lo hizo por dinero ni para ponerse la elástica rival. Paolo Maldini jugó más de 900 partidos con el Milan; Ryan Giggs y Paul Scholes son monumentos del Manchester United; y Javier Zanetti trazó una carrera inigualable desde que llegó al Inter con 19 años.

Entre nosotros, Lolo Fernández fue el mejor ejemplo de que hay matrimonios que duran toda la vida. La identificación con un equipo de fútbol no solo es patrimonio de canteranos o futbolistas hinchas. El ADN de un club particular también se marca en la piel de algunos elegidos y permanece para siempre. Depende del ‘feeling’ y de los éxitos, pero sobre todo del temperamento del jugador.

Pensaba que la historia de Guerrero estaría íntimamente ligada al Corinthians, pero el ‘9’ de la selección ha priorizado el aspecto económico por encima del sentimental. “Tengo 31 años y debo pensar en el bienestar de mi familia”, dijo hace un par de días para explicar su salida del ‘Timao’. No hace falta una calculadora para saber que el cuadro carioca sí atendió sus requerimientos. Sin embargo, el dinero no parecía ser un problema en noviembre, cuando aseguró que en Brasil solo jugaría por Corinthians. Esa declaración de amor ahora lo deja en fuera de juego, señalado por una fervorosa hinchada que supo elevarlo a la categoría de ídolo.

Casi tres años después de haber marcado el gol más importante en la historia del Corinthians, en aquella final del Mundial de Clubes ante el Chelsea, Guerrero pone fin a su etapa más importante a nivel de clubes. Se formó en Alianza Lima, se hizo profesional en el Bayern Múnich y titular en el Hamburgo, pero solo encontró su lugar ideal en el ataque del equipo paulista. Fue en el ‘Timao’ donde Paolo alcanzó estatura de centrodelantero de primer nivel mundial.

Con su partida al Flamengo, el peruano desciende de golpe del Olimpo de grandes cracks del ‘Timao’. Ha preferido quitarse el traje de héroe y ser un simple mortal. Un nombre destacado en el libro de historia del club y no una leyenda.

@franciscocairog


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