Detrás de cada triunfo deportivo hay miles de historias. Una película interminable que no deja de recrearse en la cabeza mientras transcurre la vida y uno entrena para hacer realidad al menos una parte de lo que soñó. Gladys Tejeda, Natalia Cuglievan, Alexandra Grande y Jefferson Farfán marcaron con fuego la pauta noticiosa de la semana. Cada uno, a su manera, coronó con éxito un nuevo capítulo de su carrera. Las chicas con tres oros panamericanos que no paramos de agradecer; el futbolista con un contrato histórico para cualquier deportista peruano.
Comencemos con la ‘Foquita’. Farfán no ha sido el arquetipo del futbolista disciplinado. Estuvo involucrado en el escándalo del Golf Los Incas, varias veces se incorporó tarde al Schalke 04 después de sus vacaciones o los partidos de la selección y no logró dar el salto a un club más importante de Europa. Hechas las sumas y las restas, sin embargo, es poco lo que la ‘Foquita’ se puede reprochar después de una década en el exterior. El piloto automático no juega al fútbol. El talento ya no es un pasaporte directo al éxito. Es probable que un fuego interior que no alcanzamos a ver lo mantuviera en la élite. Alguna vez prometió comprarle una casa a mamá y vaya que cumplió. Cerca de los 31 años, luego de una grave lesión de rodilla que casi lo retira del fútbol, ganará 13.5 millones de dólares por temporada. No es una medalla de oro, claro, pero sí que parece una nueva conquista para alguien que no tenía nada y surgió de los arenales de Villa El Salvador, arropado por una madre que debía bailar en peñas para procurarle el sustento.
El oro de Natalia en esquí acuático empezó a forjarse en 1998, cuando sus padres Juan Carlos Cuglievan y Delfina Wiese pusieron en marcha la laguna de Bujama en compañía de un grupo de amigos. Natalia se hizo allí, respirando este deporte hasta el fondo de sus pulmones. Pronto supo que lo suyo no era tanto la velocidad sino las figuras, esos trucos con los que nos encandiló hace unos días en Toronto. Con 18 años, el futuro le pertenece.
Lejos de Bujama, en las pampas de Junín, Gladys nunca dejó de correr. A más de 4 mil metros de altura, la menor de nueve hermanos encontró en el fondismo una manera de trascender. Una vez quedó segunda porque no tenía zapatillas. Lo suyo también es una prueba de tesón frente a la adversidad. El sábado pasado hizo historia, como anoche Alexandra Grande en el kumite. La karateca completó, con el cuarto oro de Perú en los Juegos, una de las mejores semanas del deporte peruano en toda su historia. La película de los cuatro se sigue filmando.
@franciscocairog
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