22.NOV Viernes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
Clasificados
Opinión

La victoria de la ‘U’ en la Sudamericana no cambia la mueca de la semana. El Apertura, de pésimo nivel, tampoco genera entusiasmo ad portas de una más que segura consagración de Cristal. En medio de tanta pobreza, el ex futbolista Mauro Camoranesi y el nadador Michael Phelps ofrecen historias extraordinarias que merecen ser rescatadas. A los 38 años, Camoranesi dirige al Coras Tepic de la segunda división mexicana. El argentino ha decidido empezar desde abajo su carrera como DT.

Su pasaporte biológico está en esa misma línea, pues de pequeño vendió pan, paseó perros y fue ayudante de su tío en un taller de cuadros. En el 2006, ya nacionalizado italiano, cruzó como campeón del mundo la Puerta de Brandenburgo, en Berlín. Doce años antes, cuando era un imberbe futbolista del Aldosivi, viajaba hasta 14 horas en bus para jugar el ascenso. Su exitosa travesía tiene una clave más allá de la capacidad deportiva. “El secreto es el cerebro. Ahí se marca la diferencia muchas veces de un jugador a otro”, ha dicho en una entrevista. Y yo estoy con él.

La teoría del futbolista se aplica también al nadador. Phelps se convirtió en el mayor atleta de la historia olímpica al combinar un físico portentoso con un espíritu competitivo sin igual. A los 30 años sigue asomado a la gloria, a pesar de sus tropiezos; el último de ellos ser detenido manejando en estado de ebriedad. “No tomaré alcohol hasta después de los Juegos de Río, si es que alguna vez vuelvo a tomar”, avisó después de cumplir una necesaria terapia. Hace unos días, en los Campeonatos Nacionales de Estados Unidos, voló en los 100 y 200 metros mariposa.

No pudo estar en los Mundiales de Kazán por una sanción de su federación, pero sus tiempos fueron mejores que los de Le Clos y Cseh, ganadores de dichas pruebas en Rusia. Si el deportista más laureado de la historia es capaz de vencer a sus demonios para buscar la excelencia en plena base tres, aún debería haber una posibilidad para jóvenes como Jean Deza o Hernán Hinostroza, jugadores que hicieron poco o nada después del Sudamericano Sub 20 del 2013.

El primero, perdido en la vorágine de sus problemas personales, todavía no viaja a Francia para reintegrarse a un Montpellier que difícilmente lo esté esperando. El hijo del ‘Churre’ recién disputó sus primeros minutos ¡del año! en la desastrosa derrota de Melgar en Barranquilla. Talento tienen, pero el fútbol no se juega solo con los pies. El cerebro define cuánto tiempo y qué papel vas a desempeñar en este negocio.

@franciscocairog


Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.