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Opinión

El editor de Deportes de Perú21 analiza la historia de la ‘Pulga’ desde su niñez hasta su llegada al Barcelona.

El pequeñito que descosía la pelota en el Grandoli se ha convertido en un hombre inalcanzable. Sitiado por cazadores inútiles que le llevan una cabeza, Lionel Messi corre sin huir, impulsado por Dios sabe qué secreta divinidad. Un movimiento del cuerpo, un amague impensado seguido de un arranque furioso coronan su victoria sobre los gigantes que le salen al frente en manada. El último fue Jerome Boateng, un campeón del mundo al que muchos conocen ahora como ‘Cadera Loca’. Messi es tan brillante que puede transformar a un defensor top en un jugador vulgar.

En la cancha pelada de su primer club rosarino comenzó a gestarse este mito del fútbol moderno. Todos conocemos su historia: el talento sin par, el metro 27 centímetros a los nueve años, las inyecciones de hormona del crecimiento, la servilleta escrita por Carles Rexach prometiendo que el Barcelona lo ficharía, su debut con Frank Rijkaard, la cúspide con Josep Guardiola como mentor.

En noviembre del año pasado, Gerardo Martino razonaba sobre la estrella azulgrana. “No sé si tengamos alguna posibilidad de volver a ver la mejor versión de Messi. El listón es demasiado alto”, decía el ‘Tata’ sobre un futbolista que dos meses después perdería el Balón de Oro a manos de Cristiano Ronaldo. Lo que no sabía ‘CR7’ es que eso iba a despertar al monstruo.

Messi tiene dos debilidades: la milanesa napolitana de mamá Celia y la pelota, siempre la pelota. Su relación con el cuero, sin embargo, ha variado para bien en este 2015. A instancias de ‘Pep’, el crack se devoró a Zlatan Ibrahimovic en su eclosión como falso 9 del mejor Barcelona de la historia, aquel de las seis copas en la campaña 2008/2009. A partir de entonces no permitió a nadie ocupar esa zona y se graduó de animal del área con la asistencia invalorable de Xavi e Iniesta. Pero los artistas del tiquitaca azulgrana han perdido galones en el equipo de Luis Enrique y nunca como hoy el éxito del ‘Barza’ depende tanto del Messi versión 2×1.

En modo extraterrestre otra vez, la ‘Pulga’ lleva 53 goles y 29 asistencias en 51 partidos. El argentino se ha reinventado como nadie y ya no es más el imparable ‘falso 9’ que Guardiola creó en su laboratorio táctico. El centrodelantero del ‘Barza’ es hoy Luis Suárez, pero Messi rompe redes como en sus mejores épocas y hace famosos a sus compañeros con una producción de servicios que casi duplica a Rakitic (8) e Iniesta (7) juntos.

El chico de Rosario no deja de crecer. Lo que hace en la cancha, en un fútbol de enorme intensidad física, es casi irreal. Boateng sigue buscando su cadera y nosotros, como niños frente al juguete soñado, no salimos del asombro.


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