Si es verdad todo lo que estamos conociendo sobre el ex asesor presidencial Carlos Moreno, entonces surgirán varias preguntas.
¿Cómo un hombre con ese supuesto apetito por el enriquecimiento ilícito, y con esa denunciada, aunque todavía no comprobada, pero clara tendencia a la corrupción, pudo haber sido uno de los principales candidatos a ministro de Salud, y cómo es que terminó como un hombre de confianza del presidente y como consejero presidencial en Palacio de Gobierno y asesor del sector?
Las personas no desarrollan –si este fuera el caso– esas tendencias a la corrupción de un día para otro. No buscan aprovecharse del cargo con tal desparpajo y con tal naturalidad como en este caso –si esto se comprueba– por el solo hecho de formar parte del círculo más cercano al presidente de la República. No. Los que buscan “hacer una millonada” aprovechando su influencia o las facilidades que el poder les ofrece ya tienen esa tendencia desde mucho antes e, incluso, ya tienen antecedentes o son conocidos.
¿Cómo ha hecho el gobierno para reclutar a sus funcionarios, a su personal de confianza, a sus congresistas, a sus más cercanos colaboradores?
Si se comprueban las intenciones de Carlos Moreno, significa que él logró burlar los controles y las verificaciones que, se supone, debió hacer el gobierno con sus candidatos a colaboradores en el más alto nivel o en las cercanías de Palacio. ¿Cuántos más han podido hacerlo?, ¿cuántas personas más del gobierno están involucradas en este caso o iban a estarlo?
¿Qué medidas va a tomar el gobierno para evitar que en adelante puedan aparecer otros casos como este?, ¿será suficiente la exposición pública de este caso para evitar nuevos intentos de “hacer una millonada”?
Y, por último, ¿quién hizo las grabaciones?, ¿fue con fines estrictamente “profilácticos”?, ¿con qué intenciones se hicieron?, ¿quién o quiénes están detrás de todo esto?
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