A veces las mismas encuestadoras se esmeran en darles la razón y argumentos a quienes las critican.
No sabemos si es por fallas en sus muestras o en sus estadísticas, si es porque tienen su “corazoncito”, o por otras razones, pero resulta muy raro que una encuestadora publique el jueves resultados en los que aparece Alfredo Barnechea ya en un claro segundo lugar, dos puntos por encima de PPK, y cuatro de Verónika Mendoza; y al día siguiente otra encuestadora nos ofrezca un resultado en el que el candidato de AP aparece tercero, cuatro puntos abajo de PPK, y apenas dos puntos arriba de Mendoza.
Pero, si tomamos como referencia la encuesta de Ipsos que publica El Comercio ayer, Barnechea y Mendoza están empatados con 11% en el tercer lugar, a casi cuatro puntos de PPK. ¿Les alcanzará el tiempo para pasar a PPK, que apenas sube un punto, y sigue sin encontrar la fórmula que le permita respirar tranquilo?
Barnechea y Mendoza compiten por el mismo electorado, se muestran contestatarios del modelo económico, tienen ideas muy parecidas, y son rostros nuevos en el escenario político.
Barnechea quiso golpear a Mendoza con lo de “chavista”, y le terminó haciendo un favor. Porque “golpear” a una mujer tiene su costo, le dio titulares, y le permitió a ella responder con altura.
Ahora Verónika enfrenta la acusación de haber escrito en las agendas de Nadine, después de haber dicho que no las conocía. Si esta acusación –y lo de Abel Gilvonio– tiene impacto negativo, la candidata del Frente Amplio puede ver mermadas sus posibilidades, y a Barnechea le habrán hecho un favor, porque si Verónika se queda, el que se beneficia es Alfredo y el que se perjudica es PPK. Si ella no ha mentido y sabe responder, puede salir fortalecida, y PPK y Barnechea no se la quitarán de encima. ¿En qué momento entonces habría un punto de quiebre? En el debate del 3 de abril.
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