La reunión entre Obama y Castro es la foto visible de un plan invisible. ¿Qué hay detrás?
Para Cuba, la normalización de relaciones legitima la enorme influencia que tiene sobre América Latina, legitima la violación de los derechos humanos contra el pueblo cubano, le da la inigualable capacidad de romper la relación con bombos cuando sea mediáticamente beneficioso y, además, se consolida como la representación diplomática de facto de un continente infantil y ciclotímico (salvo excepciones) que solo encuentra norte cuando un capataz o un padre simbólico lo ordena, cosa que antes hizo Brasil. Mucho ganan los Castro.
EE.UU., por su parte, teme que siga aumentando la ya bastante creciente migración cubana: 50 mil solo en el año 2014, pues, debido a la Ley de Ajuste, estos migrantes adquieren residencia casi inmediata.
Norteamérica, con su lógica monológica, cree que tejiendo una telaraña económica influirá, más adelante, sobre la isla y apuesta a que la senilidad de los Castro anuncia el fin: la vieja astucia de actuar durante la caída para aprovechar la inercia a favor y, con poco esfuerzo, aparecer como paladín, olvidando que China y Rusia tienen en Cuba a un eficaz alfil que, desde hace años, está expulsando a Occidente de América Latina.
Finalmente, y en el dominio de lo raso, Obama hace campaña para los demócratas, pues 60% del pueblo norteamericano apoya el restablecimiento de relaciones con Cuba. Mientras la dictadura la sufran otros… Estamos ante una nueva Guerra Fría, una guerra de baja intensidad y estos parecen ser algunos de los escenarios. Solo la libertad, los derechos y la prosperidad de los pueblos están ausentes. A nadie le interesa.
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