Estados Unidos y Europa todavía no arreglan sus problemas de sobreendeudamiento que originaron sus crisis de 2008 y 2010, respectivamente.
Ambas nos recuerdan una lección: si un gobierno gasta por encima de sus ingresos, genera un déficit fiscal; el exceso de gasto público puede ser cubierto durante un tiempo con deuda, pero si la tendencia persiste, llega un momento en que ya no es posible endeudarse más. En ese momento solo queda reducir el gasto. Al igual que una familia, no puede gastar por encima de los ingresos de manera indefinida. El resultado es ajustar el gasto. En términos simples, las familias compran menos, las empresas venden menos y la economía se contrae.
¿Por qué afecta al resto del mundo? Porque Estados Unidos y Europa son los principales demandantes de bienes y servicios del resto de países, entre ellos China. Si Estados Unidos y Europa compran menos al resto del mundo, China producirá menos, pues observa cómo se reducen sus principales mercados; los tres motores de la economía mundial se frenan y, con ello, la economía mundial. Ello configura un entorno externo desfavorable para el gobierno actual, a diferencia del contexto internacional favorable que enfrentaron Toledo y García. La cautela en los incrementos en el gasto público es clave, pues la solidez macroeconómica es nuestro principal amortiguador de los embates de la crisis.
¿Cómo afecta al Perú? En primer lugar, el menor crecimiento económico mundial significa menores exportaciones, por lo que la economía crece menos. En segundo lugar, la recaudación tributaria disminuye y se reduce la capacidad de gasto público del gobierno.
La economía mundial está desacelerada y Perú es parte de ella. De ahí que la salida no solo sea interna, sino que, como la historia económica nos enseña, necesitamos un “jalón” desde afuera, además de hacer la tarea adentro.
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