El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) presentó la evolución de la producción por regiones en 2016. Si comparamos con 2015, los departamentos que más crecieron fueron Apurímac y Arequipa (153.6% y 23.6%, respectivamente). Los dos gracias a la minería; en el primer caso, se debió a la entrada en operación de Las Bambas, que permitió el crecimiento de la producción de cobre en 4,734%; en el segundo, gracias al cobre (122.3%), molibdeno (195.3%) y oro (21.2%). En contraste, la extracción de cobre en Moquegua cayó 5.8% y la producción en 2.1%.
¿Esto nos convierte en un país rico? Depende. Los países no son ricos por lo que tienen, sino por lo que hacen con lo que tienen. Si Perú es rico en minería, entonces debemos aprender a usarla en beneficio de todos los peruanos. ¿Y cómo se logra eso? La experiencia de otros países, también ricos en recursos pero que ostentan altos niveles de vida, como Noruega, es ilustrativa. Ahí, el uso adecuado del dinero proveniente de la extracción de los recursos se vuelca en educación, salud y servicios básicos de alta calidad. Todos ganan porque el Estado sabe cómo usar el dinero que obtiene de los recursos naturales que tiene.
¿Y esto significa que el Estado debe extraer los recursos? No necesariamente. En varios países, la recaudación tributaria que se logra debido a la producción minera es usada en la población de manera eficiente y eficaz. Para ello, es clave la reforma del Estado; sin ella, ni la minería ni nadie nos saca adelante de manera sostenida.
Nada de esto impide que, en simultáneo, se diversifique y se pueda crecer en ciertas actividades industriales en las que podamos competir en los mercados mundiales. Debemos superar debates ideológicos que no llevan a nada y reemplazarlos por el entendimiento de la complementariedad entre todo lo que producimos y lo que podemos producir.
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