En economía se proyecta, no se predice. Todos queremos saber cuánto crecerá la economía, cuánto estará el precio del dólar, qué medidas tomará Trump, etc. Lo único cierto es que no lo sabemos. A pesar de ello, aparece una serie de reputados analistas que “afirman” que saben lo que ocurrirá. Sin embargo, a lo largo del año, su “visión de lo que pasará” va cambiando en tal magnitud que las cifras reales de fines de 2017 ni siquiera se acercan a lo que dijeron meses atrás.
¿Por qué pasa esto? En economía se trabaja sobre la base de proyecciones y no de predicciones. Una proyección es un ejercicio serio que puede resultar en un enorme error. La predicción es una adivinanza.
Pongamos un ejemplo. Un buen economista puede decir algo así: “Si China crece 6%, Trump hace el 50% de lo que dijo que haría, la FED sube una vez su tasa de interés, se mantiene la tensión entre el Ejecutivo y el Legislativo, etc.; entonces, la economía peruana crecerá tanto y el tipo de cambio podría llegar a tanto”. Eso es proyectar, pues se asumen ciertos comportamientos de otras variables (que en realidad podrían tomar cualquier dirección). Se entiende que si uno de esos supuestos se altera, la proyección estará equivocada.
Por lo tanto, existirán tantas proyecciones como combinación de suposiciones desee imaginar. Ciertamente luego de ocurrido, los especialistas explicarán por qué se equivocaron. Entonces, ¿no hacemos proyecciones? Tampoco. El mensaje es tomar con mucha cautela cualquier proyección y observar las tendencias más que los números exactos. Por ejemplo, bajo la mayoría de suposiciones, puede proyectarse que el tipo de cambio tendría una tendencia hacia el alza en 2017; nada más. No por eso la economía deja de ser una ciencia. La sismología es incapaz de proyectar dónde ocurrirá el siguiente terremoto y menos de qué magnitud será. Pero sigue siendo una ciencia.
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