21.NOV Jueves, 2024
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Opinión

El gobierno de Trump ha profundizado la incertidumbre económica mundial. En esas condiciones, los inversionistas tienden a comprar activos que consideran más seguros. No saben a dónde ir y ello constituye un terreno fértil para la aparición de burbujas especulativas. Por ejemplo, compran más oro, viviendas o cualquier activo; la mayor demanda aumenta su precio y de ahí nace la “creencia de que seguirá subiendo y que conviene comprar barato hoy para vender caro mañana”. El resultado es que el precio sube hasta cierto nivel en que estalla la “burbuja” y luego cae. La historia muestra que en la mayoría de los casos, el patrón descrito genera una crisis financiera.

No todo aumento en precios forma una burbuja, ni toda burbuja crea una crisis financiera. Para que exista una burbuja deben existir dos condiciones: en primer lugar, la especulación. Se compra el activo, no para mantenerlo, sino para esperar que su precio suba y luego revenderlo. En segundo lugar y para que el estallido de la burbuja lleve a una crisis financiera, los compradores deben endeudarse con los bancos y con ese dinero comprar el activo. Al caer su precio, venden más barato, no pueden pagar el préstamo y se extiende la crisis al sistema bancario.

Se dice que hay una burbuja inmobiliaria en China; sin embargo, estudios recientes demuestran que no se cumple ninguna de las dos condiciones. Los precios de las viviendas subieron 13.7% anual entre 2003 y 2013. Sin embargo, quienes compran usan sus ahorros y la mayoría no se endeuda con los bancos. Tampoco buscan “hacer negocio”, debido a que lo hacen para vivir en ellas o como herencia.

En los Estados Unidos, entre 1996 y 2006, los precios de las viviendas subieron 5% anual y se generó una burbuja. Los dos elementos descritos estaban presentes. Sobreendeudamiento y especulación. El hecho de que exista “demanda insatisfecha por viviendas” o “que el metro cuadrado en tal ciudad cueste más” no son elementos que permitan asegurar que no hay burbuja, pues, como se ha mencionado, depende de dónde salen los fondos para comprar las viviendas y de la razón de la adquisición.


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