La evolución de cualquier economía no puede entenderse solo “desde la economía”. A veces olvidamos que la economía no funciona en un vacío, sino en una realidad concreta con determinadas características. Por lo tanto, no es suficiente hacer un seguimiento de los indicadores económicos clásicos, como el PBI y la inflación. Hay que ver más allá.
El entorno político importa. Estamos más concentrados en los conflictos entre el Ejecutivo y el Legislativo, y no prestamos atención a los problemas relacionados con la lentitud de creación de nuevos empleos, la inseguridad ciudadana, etc. Sin embargo, los ciudadanos de a pie los sentimos y, como no vemos cambios, cada vez creemos menos en el gobierno, más allá de quién tenga la culpa. Por lo tanto, el tema 1 en la agenda debería ser resolver el problema político.
El entorno externo importa. Nuestra economía es pequeña (solo produce el 0.3 de lo que el mundo produce) y abierta. Es un hecho estilizado de nuestra historia económica que cuando la economía mundial está bien, nuestra economía está bien; lo contrario también es cierto. Ahora la economía mundial muestra ligeros signos de recuperación que más parecen un hipo que algo permanente. Estados Unidos seguirá subiendo su tasa de interés, China permanecerá creciendo a la mitad de lo que creció en la primera década de este siglo y la Eurozona mantiene sus problemas de deuda. Tema 2 en la agenda; no prometer metas ambiciosas con un entorno económico externo negativo. De lo contrario, seguiremos viendo cómo se ajustan hacia abajo las proyecciones iniciales.
Como en el fútbol, a veces hay que jugar a ganar, pero otras veces un empate no es malo. Dada la situación descrita, me inclino por el empate, pero no por la derrota. Una sociedad en la que nadie cree en nadie no puede funcionar de manera adecuada. Y aquí todos somos culpables.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.