El líder opositor ruso Alexei Navalny fue sentenciado hoy a cinco años de cárcel por robo, un castigo inesperadamente duro que según sus partidarios demuestra que el presidente Vladimir Putin es un dictador que gobierna reprimiendo.
Navalny, que lideraba una campaña contra la corrupción y encabezó las protestas más importantes contra Putin desde que este llegó al poder en el 2000, abrazó a su esposa Yulia y a su madre, dio la mano a su padre y luego les entregó su reloj antes de ser retirado con las manos esposadas.
“¡Vergüenza!, ¡deshonra!”, gritaban manifestantes fuera del juzgado en Kirov, alrededor de 900 kilómetros al noreste de Moscú. Algunos de sus simpatizantes se echaron a llorar y otros activistas opositores apenas podían ocultar su indignación e ira.
Estados Unidos y la Unión Europea expresaron preocupación sobre la condena, al señalar que planteaba cuestionamientos sobre el Estado de derecho en Rusia y la forma en que Putin trata a sus opositores. Las acciones rusas cayeron debido a preocupaciones de que la sentencia pueda provocar malestar social.
En un último mensaje desde el juzgado, Navalny, de 37 años, se refirió a Putin como un personaje detestable que abusa de los enormes ingresos petroleros de Rusia para perpetuarse en el poder y sostuvo que esperaba que sus partidarios continúen con su campaña.
“Está bien, no me extrañen. Lo más importante, no se queden sin hacer nada”, dijo en Twitter. La oposición señaló que planeaba una serie de protestas, que comenzarían en Moscú el jueves más tarde, donde la Policía se desplegaba con fuerza.
Fiscales de Estado habían pedido que el juzgado encarcele a Navalny por seis años bajo la acusación de organizar un plan para robar al menos 16 millones de rublos (US$494,400) a una firma maderera local cuando era asesor del gobernador de la región de Kirov en el 2009.
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