En el primer rito del Jueves Santo, el papa Francisco reconoció la crisis de identidad que sufren los sacerdotes en todo el mundo y los instó servir con pasión “a los pobres”, “los cautivos” y “los oprimidos”.
Ante 1,600 religiosos congregados en la basílica de San Pedro, el nuevo Papa exhortó a los clérigos a “salir de sí mismos” –un principio que ha repetido en varias ocasiones– y dejar de ser sacerdotes “tristes” que terminan por ser “un intermediario” o un “gestor”.
“Todos conocemos la diferencia: el intermediario y el gestor ‘ya tienen su paga’, y puesto que no ponen en juego la propia piel ni el corazón, tampoco reciben un agradecimiento afectuoso que nace del corazón”, advirtió Francisco.
“De aquí proviene precisamente la insatisfacción de algunos, que terminan tristes y convertidos en una especie de coleccionistas de antigüedades o bien de novedades, en vez de ser pastores con ‘olor a oveja’, pastores en medio de su rebaño, y pescadores de hombres”, explicó el Papa argentino.
En su homilía, el líder de la Iglesia Católica afirmó que cuando esta no sale de sí misma para evangelizar, deviene en autorreferencial y se enferma. Llamó a los sacerdotes a llegar a “las periferias, donde el pueblo fiel está más expuesto a la invasión de los que quieren saquear su fe”.
Las palabras de Bergoglio estremecieron la jerarquía de la Iglesia y resultan una campanada de alarma para los que temen las reformas. “Es un Papa incómodo. Por ahora en el Vaticano lo rodean con aprecio, pero si sigue comportándose como un ‘obispo pobre’ comienza a irritar a los prelados más conservadores”, subraya el vaticanista Marco Politi.
Más tarde, el Papa Francisco oficiará una misa en la cárcel para menores romana de Casal del Marmo, durante la cual lavará los pies a algunos jóvenes detenidos.
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