El prejuicio también afecta a los videojuegos. Muchos padres creen que todos tratan sobre fútbol, peleas o guerra. Es decir, son productos para “perder el tiempo”. Sin embargo, esto es inexacta pues la industria del videojuego está apostando cada vez más por la educación.
En España, por ejemplo, el título Dragon Box fue elegido el mejor videojuego educativo en el último Fun & Serious Game Festival de Bilbao. Por cierto, Dragon Box es un juego de álgebra para niños que ayuda a derribar el mito según el cual las matemáticas son aburridas e incomprensibles. Por otra parte, Xentinelas Xelulares, videojuego chileno para saber cómo funciona el sistema inmunológico, fue galardonado en el Certamen Internacional de Cine Médico, Salud y Telemedicina Videomed de Badajoz.
Estos son dos ejemplos recientes que ayudan a entender que hay opciones más allá de Fifa 2013, Halo o Mario Bros. Ojo, tampoco se puede negar lo evidente: que hay juegos violentos y poco productivos, los hay. Y hasta parece que son los que tienen más demanda. Sin embargo, en el mercado existen ya alternativas basadas en las ciencias, los valores morales y la responsabilidad social, entre otros tópicos. ¿Se puede aprender gracias a los videojuegos? Por supuesto. Es cuestión de investigar y saber elegir.
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