Miki González,Músico
Autor: Gonzalo Pajares.
gpajares@peru21.com
Miki González es un músico cuya curiosidad parece infinita. Ha transitado por el rock, la electrónica, el blues, los ritmos afroperuanos, la música andina, las bulerías y, ahora, otra vez el rock. A raíz de su reciente regreso a Tocache, compuso Chocolate, que representa su vuelta al rock, ritmo que le dio fama y le ganó el cariño de la gente. Este 12 de enero, en el balneario de Asia, participará, junto con bandas como Bareto y Dengue Dengue Dengue, en el ‘Vans Rock The Wave’, que organiza Movistar. Informes: contactortw@gmail.com
¿Qué te da la música?
En el I Ching, el oráculo chino que tiene más de cinco mil años, hay un hexagrama dedicado a la música, el 33. Allí se dice que los humanos usan los sonidos de la naturaleza para hacer música y, así, comunicarse con lo divino. Es decir, la música nace como un medio para adorar a los dioses; después se hizo profana. Además, tiene la capacidad de conectarse con el mundo interno de las personas.
Fernando de Szyszlo dice que el arte nos conecta con lo divino…
Te cuento una anécdota. Yo le pregunté a un especialista en música del Altiplano por qué las tropas de músicos de sikuri y tarkas tocan estos instrumentos con tanta fuerza, por qué ‘destruían’ la nota musical sobre soplando. Él me dijo que al soplar con tanta fuerza se formaban unos armónicos que construían una especie de supercapa musical, y esta música es la que utilizan para comunicarse con sus dioses, con sus divinidades.
Tú has tenido una formación musical en las mejores escuelas del mundo. ¿Por qué optaste por la música popular?
Porque es la que me llama y me llena. En realidad, no hay un divorcio entre la música culta y la música popular. Por ejemplo, Béla Bartók compuso música de gitanos, y la música electrónica nació a partir de la música clásica, no fueron músicos populares quienes la crearon.
Del rock sí te aburriste…
A pesar de que se ‘marquetea’ como música juvenil, el rock tiene ya 60 años y, lo más grave, no hay nada nuevo por escuchar allí, todo es una repetición de lo ya hecho. Sí, disfruto el rock, pero ya no me sorprende. Recuerdo mi contacto con los Beatles, me dije “esto no lo he escuchado antes, qué interesante, es una locura”. Lo mismo me pasó con Jimi Hendrix, con The Cure, pero hoy no pasa lo mismo, no hay nuevos sonidos, no hay nuevas propuestas. No estoy aburrido del rock, pero, repito, no ofrece nada nuevo, se ha dedicado a reciclar cosas. ¿Qué descargan los jóvenes de hoy? Música de los 60, de los 70, y no sienten que sea antigua ni aburrida, la sienten actual. Sin duda, el rock está en crisis. Que un grupo de jóvenes toque Beethoven no transforma esta música en juvenil, son jóvenes tocando música de hace 200 años. Lo mismo pasa con el rock.
Por eso pasaste a la música electrónica…
La encontré a finales de los 90, y me sorprendió, sobre todo en gente como los Chemical Brothers y Fatboy Slim, su creatividad, sus ganas de experimentar, de explorar nuevos terrenos… como antes lo había hecho el rock.
¿Cómo fue tu acercamiento al mundo andino?
En el 90 fui, junto con un sacerdote andino, a la fiesta del Señor de Qoyllorit’i, que es anterior a la llegada de los españoles. En ella se sube a un nevado de 4,800 metros, donde se hacen algunos rituales y, luego, los peregrinos bajan a escuchar misa cargando bloques de hielo del nevado en su espalda. Yo visité a este sacerdote, me leyó las hojas de coca, hicimos unos pagos a la tierra y, así, ingresé a la cultura andina: por la religión.
Pero también has explorado la música andina…
En los mercados me compré algunos casetes. Así conocí a Rosita del Cusco, Flor Pileña, al grupo Condemayta; a Máximo Damián, cuyo talento debería ser preservado, me lo presentó César Calvo… el Perú musical es inagotable.
Si algo caracteriza tu carrera es tu permanente curiosidad, tu paso por diferentes registros…
El común de la gente no tiene muy claro el tema de su identidad. En la publicidad, por ejemplo, cuando usan música ‘peruana’ ponen el bombo, la quena y la zampoña, pero esos instrumentos no se usan en las comunidades andinas, son parte de la llamada ‘música latinoamericana’, que puede ser muy bonita, pero no representa al mundo andino. Por eso, yo hice un trabajo de investigación, grabé la música de las comunidades y la usé en mi disco Café Inkaterra, que, por esto, representa, pasado por el tamiz de la música electrónica, de forma auténtica la identidad de las comunidades andinas.
Pero has vuelto a ser rock…
Volví en 2008, a raíz de una invitación de Movistar. Me divertí mucho –hasta hago planchitas en los conciertos y me cago de risa (ríe)– y decidí seguir allí. Es más, acabo de componer Chocolate, una nueva canción rockera, no sé si mi lado creativo seguirá por allí, si habrá un nuevo disco, pero al menos un nuevo tema ya hay.
AUTOFICHA
- Ahora estoy entre el Valle Sagrado y Piura porque, la verdad, Lima no me gusta (ríe). Ahora, si me preguntas de dónde soy, te diría que soy cusqueño (ríe).
- Algunas bandas locales –Mar de Copas, ‘Pelo’ Madueño, La Mente– están por editar un tributo por los 25 años de mi disco Tantas veces.
- Acabo de componer Chocolate, una nueva canción rockera, no sé si mi lado creativo seguirá por allí, si habrá un nuevo disco, pero al menos un tema nuevo ya hay.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.