Todos esperamos que el gobierno de Bachelet continúe con la misma línea de Sebastián Piñera, de absoluto acatamiento de la sentencia de La Haya y que, en la etapa post fallo, se busque una relación distinta, de mayor confianza e integración. Cuando se planteó la demanda marítima, el primer gobierno de Bachelet reaccionó bastante mal calificándola como un acto inamistoso y se dio más de una situación de tensión. Hubo un enfriamiento. Si bien en el campo económico avanzó la relación, el mecanismo político del 2+2 se paralizó. Espero que exista algún giro con lo que fue la política exterior con el Perú en el primer gobierno. Confío que la conducción de la Cancillería estará en manos de gente seria, responsable, que vea la relación con nuestro país de una manera más constructiva, madura y edificante. En Chile, Bachelet debe asumir varios retos frente al 30% de chilenos que no votó por ninguna de las dos alianzas en la primera vuelta y al 50% que no fue a votar. Deberá atender fuertes demandas y cumplir con sus promesas electorales en reforma tributaria, administrativa y social.
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