22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Carlos Meléndez,Persiana Americana
Una mala política pública es, normalmente, el resultado de un mal diagnóstico. Esta premisa parece explicar la creciente crisis de inseguridad que amenaza al país. Hace un año, un ministro del Interior de triste recordación señalaba que el crimen y la delincuencia eran un “problema de percepción”. Por lo tanto –tramaron las mentes brillantes de nuestro gobierno–, se requería de alguien que modificase esas percepciones “erradas”.

Se necesitaba un cambio de imagen (no reformas ni sistema integrado), algo así como un sheriff-todoterreno para –acompañado de cámaras y reflectores– alzar la voz a sus subordinados, visitar penales de madrugada, dirigir personalmente operativos y batidas. Así surgió el mal celebrado ‘estilo Urresti’ o ‘populismo de la seguridad’, la ‘mejor opción’ que puede ofrecernos el gobierno de un exmilitar. Urresti también es producto de los noticiarios. Es la nueva temporada de las series de acción en que se han convertido las noticias gracias a la espectacularización del crimen. Es, a la vez, el consuelo de la impotencia. Como ya se ha perdido toda expectativa de revertir la ola delincuencial, al menos nos hemos fabricado un ‘policía bueno’. No soluciona, pero entretiene.

Paradójicamente, su ‘estilo’ contribuye a la frivolización de la ineficiencia del sector Interior. Mientras Urresti sube magros puntos en encuestas, seguimos padeciendo en carne propia el arrebato y la agresión del lumpen limeño (por ejemplo, hace dos días la exregidora Marisa Glave fue víctima de un segundo asalto en un año). Por eso es que su sello es populista, porque el populismo se basa en un mínimo de eficiencia.

En esta interminable serie de la inseguridad, lamentablemente Urresti es apenas un personaje secundario.


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